
Rvdo. D. Damián Ramírez Lozano
El evangelio de hoy nos habla de un comportamiento, actitud o defecto que muchas personas padecen: LA SORDERA.
Hay dos tipos de sordera:
Aquel que no escucha a nadie. Es la imagen de todo aquel que cree llevar siempre la razón. No pide ayuda porque cree que todo lo puede y que todo lo sabe. Dicho de otro modo: el soberbio. Aquel que no escucha correcciones ni sugerencias sin consejos.
Aquel que escucha demasiadas voces. Es la imagen de todas esas personas que fácilmente son manipulables.
En el caso del sordo del evangelio de hoy, Jesús le aparta de la multitud y le cura.
Estaba aturdido por tantas voces de la gente.
Preguntémonos hoy si no nos pasará a nosotros igual. Si haya voces que nos aturden, distraen o descolocan de la realidad (poder, placer, materialismo, egoísmo, individualismo…).
Esta sordera se cura cuando somos capaces de dejar de escuchar todas esas voces y escuchamos la voz de Dios.
La voz de Dios no aturde sino que relaja, pacifica y alienta a seguir.
¡Dios te bendiga!