“Hasta que la muerte os separe”. Esta fórmula tan recurrente en las películas románticas esconde más de lo que aparenta. Detrás de ella hay compromiso, lealtad, fidelidad, entrega y perdón. No hay matrimonio que se sostenga sin tener bien clara esta premisa. Sin embargo, en la actualidad son muchas las parejas que se rompen y olvidan este ‘contrato’. Afortunadamente en nuestra Archidiócesis casi una quincena de mujeres se mantienen fieles al vínculo. Ocho en Sevilla y cinco en Lebrija, estas mujeres llegan al grupo “buscando comprensión y apoyo de personas que han pasado por la misma situación”, señala Toñi Quesada, coordinadora del grupo de Sevilla. En él pretenden “fortalecerse”, así como realizar actividades “sanas que nos hacen bien”.
No esconden que es difícil mantenerse fieles al vínculo en este contexto social, ya que es habitual que compañeros de trabajo y familiares “nos digan que tenemos que rehacer nuestra vida”. Advierten de la falta de comprensión ante una persona que quiera seguir fiel al ‘sí para toda la vida’, “aunque la persona a la que se lo dio ya no esté con ella”. También apuntan que esta fidelidad no supone vivir en el pasado, sino que permite seguir creciendo como persona.
Para salvar esta incomprensión “algunas se apoyan en el encuentro con Jesús, en la fe y en la convicción en la indisolubilidad del matrimonio”, apunta Quesada. “Otras, que en estos momentos no sienten tan fuerte su fe, se apoyan en la fuerza interior que Dios da”, añade.
Desde septiembre del pasado año se reúnen mensualmente y dedican un tiempo de adoración al Santísimo. También hay espacios para la meditación, la comunión de vida y la puesta en común de las experiencias vividas durante el último mes. Además procuran verse periódicamente de forma más distendida, “después de un rato de oración en San Onofre”. Tras estos encuentros aseguran salir “reconfortadas, habiendo sentido la presencia de Jesús”. Agradecen la creación de este grupo, que se está consolidando en Sevilla, porque dicen sentirse “muy apoyadas” en un ambiente en el que pueden compartir preocupaciones, alegrías y la Palabra de Dios.
Pero como señalan los delegados diocesanos de Familia y Vida, “éste es un grupo de crecimiento espiritual, no de terapia”, por eso es importante que las mujeres estén insertas en alguna comunidad eclesial. La mayoría “estamos comprometidas en distintos movimientos de la Iglesia, en parroquias u ONGs –asegura Quesada-, por lo que también recibimos el apoyo de las personas que allí conocemos y la satisfacción de no estar encerradas en nosotras mismas”.
Los delegados de Familia y Vida destacan que no son sólo ellas las que reciben, sino que su testimonio de fidelidad es un don para los matrimonios, las familias y para la Iglesia.
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Grupo ‘Fieles al vínculo’
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