Los Cursillos de Cristiandad y un viaje a Calcuta fueron los indicadores clave a través de los cuales descubrió que Dios lo llamaba para ser sacerdote.
Asegura que, durante toda su vida, Dios se ha valido de pequeños momentos para que él fuera consciente de su llamada: “No puedo decir que mi vida no sea excepcional, ya que si lo hiciera, estaría diciendo que Dios no ha actuado en ella”.
El próximo 12 de julio, Miguel Ángel cumplirá 36 años. Natural de Murcia, recibió los sacramentos de iniciación cristiana en la parroquia de San Miguel, donde el próximo domingo será ordenado presbítero.
Tras el Bachiller, cursó un ciclo de grado superior que le ayudó a encontrar un trabajo y más tarde comenzó a estudiar Ingeniería. “El ambiente religioso en la Universidad no es demasiado favorable, y a veces se esconde o da miedo que se sepa que alguien va el domingo a misa o que reza”. En esos años de universidad, su tía le invitó al grupo de jóvenes del Movimiento de Cursillos de Cristiandad. “Poco a poco me fui implicando más en el grupo y aunque seguía notando que Alguien me llamaba, continuaba sin hacerle mucho caso. Tenía mis planes en los que Él no entraba. A raíz de estar en este grupo de jóvenes terminé por hacer el Cursillo de Cristiandad, que supuso un redescubrimiento de Jesucristo en mi vida que condicionó todo. Y efectivamente la llamada se hizo más fuerte”.
Poco a poco se fue implicando más en el Movimiento de Cursillos y comenzó a trabajar por la Iglesia, resistiéndose aún a la llamada que sentía de Dios para ser sacerdote, porque según él no entraba en sus planes.
Su vocación está marcada por una experiencia en misiones. Junto a un sacerdote de la Diócesis, viajó a Calcuta. Un viaje que le permitió conocer la realidad de un país “realmente pobre”. Allí colaboró con las Misioneras de la Caridad. Al final de su estancia en Calcuta, participó en una Eucaristía celebrada en la capilla donde está la tumba de la Beata Madre Teresa. En los cancioneros que se repartieron encontró una frase que cambiaría todo: Colabora Seminario Diocesano de San Fulgencio, Diócesis de Cartagena. “A miles de kilómetros, encuentro en una Eucaristía un cantoral con esas palabras, y yo planteándome mi vocación. No podía negar más veces lo que Dios me estaba pidiendo. ¡Me lo había puesto por escrito!”.
Dice que echará de menos el seminario, “una familia que me ha pulido, me han ayudado a descubrir la obra que Dios quiere hacer en mí”. Durante sus años de seminario ha realizado la pastoral en el Seminario Menor de San José; en la residencia de Nuestra Señora de Fátima de las Siervas de Jesús de la Caridad, en Molina de Segura; y en las parroquias de San Bartolomé de Beniel, San Pío X de Murcia y San Francisco Javier de San Javier.
Durante este curso ha realizado su diaconado en la parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Torre Pacheco: “he disfrutado lo que no está escrito, de las celebraciones, con la gente, especialmente con los jóvenes”.
Su lema de la ordenación lo ha escogido del Evangelio de este próximo domingo, de la parábola del Buen Samaritano, porque entiende que así tiene que ser el acompañamiento sacerdotal: “el samaritano se compadeció, se acercó, le vendó las heridas, lo montó en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó; así tiene que ser el sacerdocio, cuidar a los fieles y acompañarlos al encuentro con el Señor y después dejarlos que caminen solos”.
“La persona tiene que descubrir que está hecha para el Señor, y cuando lo descubres, Él te realiza como médico, ingeniero, profesor o sacerdote. No voy a decir que es un camino fácil y sencillo, porque no es así; pero también es increíble, especial, irrepetible, divertido, único, impresionante… Dios no defrauda”.
Miguel Ángel se ordenará presbítero en su parroquia, San Miguel de Murcia, este domingo, a las 19:00 horas. Y presidirá su primera Misa, también en San Miguel, el lunes a las 19:30 horas.
