Aunque el silencio parece haberse impuesto en nuestras sociedades europeas, el drama de los miles de refugiados que continúan llamando a nuestras puertas sigue aumentando, agravado por las medidas restrictivas que se están tomando en varias de las fronteras de los Balcanes, lo que provoca que miles de personas tengan que volver sobre sus pasos sin encontrar una solución a su situación.
El conflicto en Oriente Medio, desde sus inicios, ha provocado que más de 9 millones de personas hayan salido de sus países en busca de refugio, y que haya más de 11 millones de desplazados internos en Irak y Siria.
Ante esta situación, las iglesias locales, con el apoyo de Cáritas Internacional, Cáritas Española y otras Cáritas nacionales, continúan trabajando en el terreno. Cáritas Irak y Cáritas Siria están prestando apoyo a miles de personas en la cobertura de necesidades básicas y orientación psicosocial, y las Cáritas de Croacia, Grecia, Hungría, Rumanía, Macedonia, Serbia, Eslovenia, Bosnia y Bulgaria están facilitando diferentes servicios y ayudas, como son alimentos, kits de higiene, aseos químicos, mantas, sacos de dormir, agua, atención médica y psicológica, asesoramiento social, etc.
En Málaga, nuestra diócesis sigue colaborando estrechamente con CEAR, ACCEM y Cruz Roja, así como con el Ayuntamiento de Málaga, y continúa habilitando los espacios previstos para la acogida, espacios que ayuden, no solo a la cobertura de necesidades básicas, sino que permitan acompañar a las personas ante la situación de desarraigo en que se encuentran y evitar que, de nuevo, sean «descartados y silenciados» en las periferias de nuestro mundo, ya no fuera de nuestras fronteras, sino en los márgenes de nuestra sociedad.
Un aspecto fundamental para este acompañamiento es que el Estado, desde su responsabilidad, ponga los medios técnicos y económicos necesarios que eviten que las personas entren en procesos de exclusión social, pero también es importante que consigamos romper el miedo, el silencio y la incomprensión que en ocasiones aparecen en nuestra sociedad ante este drama y que no hacen más que aumentar y acrecentar las periferias.
Por último, no podemos perder de vista que esta situación se enmarca en un contexto en el que miles de
personas abandonan sus hogares como consecuencia del hambre, la exclusión, la desigualdad, la guerra, la trata de personas… Por ello, no podemos dejar de reivindicar unas políticas migratorias que no se centren en el control de flujos y unas relaciones internacionales basadas en la justicia y la equidad.
Francisco J. Jiménez
Responsable de acogida a refugiados de Cáritas Diocesana de Málaga