Carta del Obispo de Huelva, Mons. José Vilaplana Blázquez.
Queridos hermanos y hermanas:
La Campaña contra el hambre de Manos Unidas vuelve a realizar una llamada a nuestras conciencias, para que lo que es un fruto de la injusticia y de la insolidaridad: el hambre en el mundo, no deje de plantearnos un reto a los seguidores de Cristo, y una ocasión más de suscitar la generosidad, una generosidad que ha de surgir de las entrañas de misericordia que hemos de mostrar los que nos hemos encontrado con el Señor y queremos tener sus mismos sentimientos. Si Jesús tuvo compasión de la multitud que le seguía y no tenía qué comer (cfr. Mt 15, 32), ¿cómo nosotros no vamos a sentir compasión de esa multitud que sufre la injusticia de unos bienes mal repartidos?
El papa Francisco, en este sentido, ante la sensibilidad atrofiada de nuestra sociedad, hace una denuncia profética: «Molesta que se hable de ética, molesta que se hable de solidaridad mundial, molesta que se hable de distribución de los bienes, molesta que se hable de preservar las fuentes de trabajo, molesta que se hable de la dignidad de los débiles, molesta que se hable de un Dios que exige un compromiso por la justicia» (Evangelii Gaudium, 203). Ese compromiso, en este Año de la Misericordia, adquiere para nosotros una urgencia mayor, porque «lo que movía a Jesús en todas las circunstancias no era sino la misericordia, con la cual leía el corazón de los interlocutores y respondía a sus necesidades más reales» (Misericordiae Vultus, 8).
Muchas veces podemos caer en el derrotismo de pensar y creer que de poco o nada sirve nuestra cooperación al desarrollo de los pueblos, que, en definitiva no deja de ser una exigencia de la evangelización, pero hemos de mirar con otros ojos, mejor, con otra perspectiva, recordando aquello de que lo que hagamos a los hermanos más pequeños a Cristo lo hacemos (Cfr. Mt 25, 40). Pues tengamos en cuenta que la – grande o pequeña– aportación que podamos hacer a Manos Unidas va a posibilitar la realización de algunas de las obras de misericordia: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, enseñar al que no sabe, etc… Lo que ofrezcamos a nuestros hermanos hambrientos, a través de la Campaña de 2016, va a hacer que se siembren recursos, que se siembren capacidades, que se siembren responsabilidades y cooperación entre los Estados y que se siembre solidaridad. Ya sabemos que lo importante es sembrar, aunque a otros toque recoger.
También la Jornada del Ayuno voluntario, que se celebrará el próximo día 12 de febrero, es una ocasión para que nos unamos de forma muy especial con todos los excluídos de la mesa del mundo. El tiempo cuaresmal en que se desarrollará esta jornada y el contexto del Jubileo de la Misericordia en que se celebra esta Campaña contra el Hambre, nos apremian a una mayor toma de conciencia de los problemas de los otros, incluso de aquellos que no conocemos y están tan lejanos de nosotros. También a una mayor generosidad económica para sostener los proyectos de Manos Unidas. Si todos tenemos parte, de una manera u otra, en la responsabilidad de las causas que generan el hambre en el mundo, tenemos ahora la oportunidad de poner un granito para sembrar y plantarle cara al hambre.
Con mi afecto y bendición.
✠ José Vilaplana Blasco, Obispo de Huelva