Sumergirnos en la misericordia divina; acogerla y practicar

Diócesis de Tenerife
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El Obispado de Tenerife está situado en San Cristobal de La Laguna. La jurisdicción de la diócesis comprende Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro.

La misericordia se asemeja al mar, es inmensa, larga, ancha, profunda, incomensurable- señaló el obispo, Bernardo Álvarez, en la homilía de la Misa con la que se abría en la diócesis de Tenerife el Año de la Misericordia. La tarde comenzó en la elegida como iglesia estacional, el templo del hospital de Dolores. De allí partió la procesión litúrgica hacia la catedral encabezada por el prelado nivariense al que acompañaba el obispo emérito de Lérica, Joan Piris.

Ya en el exterior del templo, ambos obispos abrieron la Puerta Santa de la misericordia. En la homilía de la Misa, el obispo desgranó como idea central la pertinencia de sumergirnos en la misericordia divina, para lo cual es necesario, por una parte, acogerla y, por otra, practicarla. «Hace falta reconocer que nos falta algo, aceptar que carecemos de algo que necesitamos»- aseveró. Por otro lado, «en este Año Santo, podremos realizar la experiencia de abrir el corazón a cuantos viven en las más contradictorias periferias. Que su grito se vuelva el nuestro y juntos podamos romper la barrera de la indiferencia que suele reinar campante para esconder la hipocresía y el egoísmo- dijo citando a Francisco.

¿Cómo sumergirnos en este mar? Se preguntó. Para sostener que mediante la peregrinación a una de las sedes jubilares, entrando por la Puerta Santa, celebrando el sacramento del perdón y la Eucaristía, rezando el Credo, orando por las intenciones del Papa y practicando las obras de misericordia.

«Este es el momento para decirle a Jesucristo: «Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus brazos redentores». ¡Nos hace tanto bien volver a Él cuando nos hemos perdido! Insisto una vez más: Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia. Aquel que nos invitó a perdonar «setenta veces siete» (Mt 18, 22) nos da ejemplo: Él perdona setenta veces siete. Nos vuelve a cargar sobre sus hombros una y otra vez. Nadie podrá quitarnos la dignidad que nos otorga este amor infinito e inquebrantable. Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría. No huyamos de la resurrección de Jesús, nunca nos declaremos muertos, pase lo que pase. ¡Que nada pueda más que su vida que nos lanza hacia adelante! «

Álvarez también señaló que esta es una oportunidad para vivir y practicar las obras de misericordia y que, como signo diocesano de este Año Jubilar, la diócesis impulsará un centro para acogida de personas sin hogar que gestionará Cáritas en el sur de Tenerife, concretamente en la zona de los cristianos.

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