Economía hacemos todos y todos los días. Por eso nuestra acción es determinante para crear un nuevo modelo económico en el que el centro sea la persona y no el dinero. Este es el mensaje lanzado en el Encuentro de Voluntariado al que han asistido unas doscientas personas de distintas Cáritas de la Diócesis. La jornada sirvió, además, para conocer experiencias de economía solidaria desarrolladas en otras provincias españolas y que demuestran que otro mundo es posible.
Bajo el título «Economía Solidaria y lucha contra la pobreza», el Encuentro Diocesano de Voluntariado de Cáritas ha servido para reflexionar sobre las consecuencias del actual modelo económico que prima la obtención de beneficios y olvida a la persona, sus derechos y su dignidad. «En España, más de once millones de personas están en situación de exclusión por un sistema económico que provoca hambre, que mata la esperanza y la dignidad y que atenta contra la naturaleza». Durante su intervención en la conferencia central, Rubén Requena, miembro del Equipo de Economía Solidaria de Cáritas Española, señaló que, como cristianos, «estamos obligados a poner la economía al servicio del Reino» y ello conlleva frente al individualismo, anteponer el bien común; ante la competencia, la cooperación y ante la maximización del beneficio, la redistribución de la riqueza.
Experiencias
El Obispo de Jaén fue el encargado de inaugurar el encuentro celebrado en el Seminario y al que han asistido unas doscientas personas. Ramón del Hoyo alentó a los equipos de Cáritas a seguir su trabajo como miembros de la comunidad, «no como grupos aislados, sino como parte de la Iglesia, sintiéndose unidos a Cristo». En este sentido, también animó a la participación de los jóvenes para garantizar la renovación y continuar la acción caritativa para con los más necesitados.
Tras la conferencia se celebraron cuatro talleres sobre experiencias de Economía Solidaria: banca ética, consumo responsable, comercio justo y economía social, estos últimos impartidos por compañeros de las Cáritas Diocesanas de Badajoz y Albacete, respectivamente. El encuentro terminó con el concierto del grupo de música religiosa Mabelé.