Las religiosas Irene del Carmen Rodríguez Escalante y Silvana Nunes de Oliveira profesaron los votos perpetuos en la Congregación Esclavas de Inmaculada Niña, consagrándose al servicio de Dios mediante los vínculos sagrados de la religión.
La celebración de votos perpetuos tuvo lugar el pasado sábado 24 de octubre en la capilla del Colegio Inmaculada Niña, estuvo presidida por el sacerdote D. Gerardo Martínez Martínez, director espiritual de la Hermandad de San Agustín, y concelebrada por los sacerdotes D. José Antonio Cantos, párroco de Inmaculada Niña, y D. Francisco Javier Leandro, padre jesuita y profesor de Teología de Madre Irene del Carmen Rodríguez.
En la celebración participaron 60 religiosas Esclavas de la Inmaculada Niña, de Granada y de Almería, y el grupo de Esclavos Seglares de Almería, que cantaron en la ceremonia. También acompañaron a las religiosas amigos y personas cercanas a la Congregación.
VOTOS PERPETUOS
La Madre María Silvana, natural de Brasil y la Madre Irene del Carmen, nacida en Venezuela, religiosas de la Congregación Esclavas de la Inmaculada Niña, profesaron los votos en la Comunidad de Hermanas Mayores de la Congregación de Esclavas de la Inmaculada Niña de Granada, esto es, definitivamente pasan a ser miembros de la Comunidad para siempre.
Las religiosas han sido llamadas por el Señor a consagrarse al servicio de Dios y al bien de los hombres mediante los vínculos sagrados de la religión, se esfuerzan por seguir más de cerca de Cristo mediante la observancia de los consejos evangélicos.
La Madre María Silvana continuará su labor en el Hogar de Niños que la Comunidad de Hermanas Mayores de Esclavas de la Inmaculada Niña atiende en Almería, mientras que la Madre Irene del Carmen permanecerá en nuestra Diócesis, residirá en la Comunidad de Hermanas Mayores y dará clases en el Colegio de Inmaculada Niña.
PROFESIÓN DE VOTOS
La Iglesia recibió los votos de la Madre María Silvana y de la Madre Irene del Carmen que profesaron, y se oró para que les alcance de Dios, mediante su oración pública los auxilios y la gracia, las encomendó a Dios y se impartió su espiritual bendición, asociando su oblación al sacrificio eucarístico.
Las etapas por las cuales las religiosas se consagran a Dios y a la Iglesia son: el noviciado, la primera profesión u otros sagrados vínculos y la profesión perpetua. El noviciado, por el que comienza la vida religiosa en el Instituto, es tiempo de prueba tanto para el novicio como para su familia religiosa. El rito de la primera profesión incluye la entrega del hábito y de las demás insignias de la vida religiosa, según una antiquísima costumbre de entregar el hábito al concluir el tiempo de prueba: el hábito es signo de la consagración.
Concluido el tiempo establecido se emite la profesión perpetua, por la que el religioso en entrega perpetuamente al servicio de Dios y de la Iglesia. Por la profesión perpetua se representa a Cristo unido con su Esposa la Iglesia con vínculo indisoluble.