Falleció el sacerdote Diego C. Rodríguez Marrero

Diócesis de Tenerife
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El Obispado de Tenerife está situado en San Cristobal de La Laguna. La jurisdicción de la diócesis comprende Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro.

A primera hora de la tarde del miércoles 13 de mayo, fallecía en el Hospital de La Candelaria el sacerdote diocesano Diego Carmelo Rodríguez. Había sido ingresado en el citado centro hospitalario al complicarse su situación cardiaca.

Diego Carmelo «partió a la Casa del Padre» a la edad de 55 años, era natural de Arico y fue ordenado presbítero en Valencia por el Papa Juan Pablo II, el 8 de noviembre de 1982. En la actualidad era párroco de Nuestra Señora del Carmen, Nuestra Señora del Coromoto y San Benito Abad, en La Laguna. Asimismo, era arcipreste de La Laguna, notario segundo del tribunal diocesano de primera instancia y canónigo salmista de la Catedral.

Además, a lo largo de su ministerio pastoral desempeñó diferentes responsabilidades. Fue párroco de San Joaquín y Nuestra Señora del Carmen, en Fasnia; de San Juan de la Cruz en Miramar y de San Antonio y San Benito, en Granadilla. Asimismo, Rodríguez desempeñó otros cargos como delegado diocesano de vocaciones, vice-rector del Seminario Menor, profesor de teología, capellán de Tenerife II, encargado de San Martín de Porres, en Santa Cruz de Tenerife y vice-arcipreste de Granadilla. También ha estado vinculado al acompañamiento de grupos del movimiento carismático.

Un día después de su fallecimiento, la Catedral acogió la Misa Exequial que fue presidida por el vicario general, Domingo Navarro, al estar el obispo fuera de la diócesis

En el templo se encontraban la madre, hermanos y demás familiares del finado, así como numerosos fieles de las comunidades y ámbitos pastorales en los que había desarrollado su ministerio Diego Carmelo.

Navarro, en la homilía, invitó a los presentes a dar gracias por el sacerdote ahora fallecido, por sus dones y servicios, al tiempo que también pedía que lo encomendaran al Padre y que continuaran el camino de la fe apasionados por el presente. El vicario, además, señaló que Diego dejaba un hueco que había que llenar, preguntando en alta voz si había alguien en la asamblea litúrgica que escuchara la llamada de Dios a cubrir «esta baja».

Recordando a Santa Teresa de Jesús, finalizó su intervención citándola: «Para mí morir es vivir. Ya no muero, entro en la Vida».

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