«En Navidad Dios se hace hombre para darnos dignidad»

Diócesis de Córdoba
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La diócesis de Córdoba comprende la provincia de Córdoba, en la comunidad autónoma de Andalucía y es sufragánea de la archidiócesis de Sevilla.

El obispo de Córdoba, monseñor Jesús Fernández, vivirá este año su primera Navidad al frente de la Diócesis, un tiempo que invita a mirar atrás, a hacer balance, y también a poner la mirada en todo lo que está por venir. Para él es “un momento de mucha alegría” y la disfruta en los encuentros familiares y eclesiales, centrándose en lo más significativo: “Dios se hace niño”. En esta entrevista concedida a COPE Córdoba, el Pastor de la Diócesis habla de la labor social de la Iglesia y la elaboración de un Plan Pastoral en el que participan más de 2.500 personas

Han pasado ya varios meses desde su toma de posesión, ¿qué balance personal y pastoral hace de este primer tramo en la diócesis de Córdoba?

Es un balance positivo en el ámbito personal, porque me he sentido muy acogido, he trabajado a gusto, y en el ámbito pastoral también, sobre todo por iniciativas que hemos ido proponiendo, que han sido aceptadas y estamos implementando, como es la elaboración de un Plan Pastoral para los próximos años. También cerca de los evangelizadores, en concreto con los sacerdotes, se ha realizado una encuesta que nos va a servir para proyectar el futuro, ver cómo mejorar la vida y el ministerio de los presbíteros.

¿Qué ha descubierto en estos meses sobre la identidad, la espiritualidad y la forma de vivir la fe de los cordobeses?

Lo primero que me ha sorprendido gratamente ha sido la acogida. Al pasar por la calle, sin que me conocieran siquiera, mucha gente me daba la bienvenida. Me han causado muy grata impresión también las relaciones cálidas que se respiran, es una ciudad en la que se advierte una serenidad y una convivencia de culturas, de diversas creencias incluso, pero con mucha paz y mucho respeto mutuo. Y, desde luego, me ha impresionado también el gusto por la expresión pública de la fe, sobre todo de la piedad popular. También la vida de los jóvenes y la cantidad de personas que participan en cada celebración al venir de una diócesis más pequeña en población, más envejecida, y núcleos poblacionales más pequeños.

En sus primeras semanas marcó unas prioridades pastorales. Está en marcha el proceso de escucha que va a servir para la elaboración del Plan Pastoral, en total 336 grupos están en la tarea de reflexionar sobre la Iglesia diocesana y aportar también sus conclusiones. ¿Qué espera de todo ello?

En primer lugar, espero que se mantenga esa participación, que estimo que es muy alta y que no nos cansemos en ese proceso que quiere implicar a muchas personas y, de hecho, está implicando a muchas personas, no sólo sacerdotes, sino consagrados y fieles laicos. Espero que nos ayude a crecer en la fe, porque cualquier renovación pastoral también tiene que partir de una renovación espiritual de las personas. Entonces, que nos ayude también a fundamentar mejor y crecer en la fe, que nos ayude a crecer en comunión y, en definitiva, que nos dé lucidez y determinación de cara a afrontar los retos pastorales prioritarios del futuro.

Esta es una Diócesis amplia, diversa, con realidades rurales y urbanas muy distintas. Comienza en breve su Visita Pastoral en el arciprestado de Baena-Castro del Río, es un tiempo de encuentro. ¿Cómo se prepara?

Lo hemos preparado, en primer lugar, en el Consejo Episcopal, hablando de la oportunidad de comenzar ya. Hemos hablado de a qué lugar ir y vamos a ir a un arciprestado que D. Demetrio estaba a punto de comenzar, pero que al pasar a emérito no inició. Después, he tenido una reunión con los sacerdotes del arciprestado para presentar lo que es la Visita, que ellos lo saben porque no es nuevo, pero organizándola más en detalle. Y, finalmente, también les he proporcionado algún material que pueda servir para preparar a los fieles con alguna catequesis previa y, sobre todo, presentación de lo que es la Visita y una oración, porque ya orando por los frutos de la Visita también nos vamos preparando espiritualmente.

Este tiempo también le está sirviendo para ir conociendo las distintas comunidades o incluso iniciativas. ¿Hay alguna que le esté impactando más de la cuenta?

Sí, la verdad es que son múltiples iniciativas. Yo suelo decir que en mi diócesis anterior tenía que ir yo creando iniciativas y aquí voy respondiendo a las que ya tienen, porque hay muchas. Por citar alguna, me impresiona mucho la adoración eucarística, especialmente en los jóvenes. Me impresiona también la piedad popular, sobre todo centrada en los santuarios marianos, cómo se vive esa piedad. También es impresionante para mí la evangelización que podemos realizar a través de los centros educativos, donde el profesorado trabaja dedicado e ilusionado. Y, por supuesto, la labor social. Creo que nuestra Iglesia tiene una labor social impresionante, de instituciones y personas muy implicadas. Es cierto que en muchas ocasiones ni se conoce, porque no tratamos de hacer publicidad, pero no se pueden imaginar la cantidad de apoyo que se da a personas necesitadas desde la Diócesis.

En el ámbito social, conocíamos hace pocas semanas que crece en Córdoba la cifra de personas sin hogar hasta casi duplicarse en un año. Ha alcanzado en estos últimos meses la cifra de 447 personas sin vivienda. Esta cifra crece por el difícil acceso a la vivienda, según el estudio que conocíamos, y, a pesar también de los esfuerzos de entidades de la Iglesia como Cáritas, ¿cuál es el papel de la Iglesia en este sentido, ante la emergencia social que significa la falta de acceso a la vivienda? ¿Y cuál debería ser, en su opinión, el papel de las administraciones para garantizar este derecho?

Se habla de 447 personas sin vivienda, pero si habláramos de personas que tienen una vivienda indigna, es decir, en muy malas condiciones, hablaríamos de miles. Pero bueno, centrémonos en aquellos que realmente están en la calle, que es un número elevado también. Nuestra respuesta viene sobre todo de la mano del hogar “Madre del Redentor”, donde hay 40 habitaciones para personas individuales, más otras 20 en el ala de baja exigencia. Ahora tenemos en proyecto la ampliación de ese centro, puesto que la obra social del Jubileo 2025, El Año de la Esperanza, precisamente consiste en apoyar esa iniciativa. Esperamos con ello casi doblar el número de plazas disponibles. Será insuficiente de cualquier manera, pero tengamos en cuenta que la Iglesia no puede resolver este problema. Los que tienen realmente recursos para poder afrontarlo son las administraciones públicas. La Iglesia es subsidiaria, pero el deber principal es de las administraciones públicas. Podríamos decir que las necesidades, como se está advirtiendo por las estadísticas, van en aumento, pero seguramente podemos afirmar también que las ayudas públicas no crecen proporcionalmente a ese crecimiento de las necesidades.

Respecto a los jóvenes, ¿qué opinión tiene de esa tendencia de la que parece que todos hablan, sobre ese nuevo resurgir del cristianismo, sobre todo entre los más jóvenes, y también habrá podido ver in situ que en la provincia también hay muchos grupos jóvenes?

Sí, Dios no es una moda, Dios siempre ha estado ahí. Lo que pasa es que hay épocas en que somos más proclives, por el contexto cultural o social, a exteriorizar esa fe. Seguramente estamos en una época en que parece que los jóvenes se ven más proclives a manifestarlo externamente. Y, sobre todo, hay personajes de relevancia social, como la cantante Rosalía, que hacen que esta exposición pública sea más manifiesta y por eso se hable de esta efervescencia, de este crecimiento de la fe. En el fondo, la lectura que hemos de hacer es que el nihilismo no lleva a ninguna parte. Cuando la sociedad quiere construirse sobre valores puramente materiales, hedonistas, de pasarlo bien, de disfrutar o de despreocuparse de los demás, al final te sientes vacío y tienes que recurrir a alguien que te dé sentido a la vida, que te sostenga y te acompañe, por eso en el fondo esta es la interpretación más profunda, desde mi punto de vista.

El Señor nunca pasa y sigue llamando. Recientemente cinco diáconos se ordenaban en la Catedral, entre ellos una persona con más de 70 años. ¿Es Córdoba una isla de vocaciones?

No me atrevería a decir tanto que sea una isla, pero ciertamente estamos en los puestos de cabeza, si no los primeros, en porcentaje de vocaciones al sacerdocio de toda España. Esto es motivo para dar gracias a Dios porque es generoso con nosotros, pero también agradecer y valorar la mediación de la pastoral juvenil que tiene mucho poderío y de ahí salen vocaciones. La labor del Seminario también, por la formación que ofrece, el acompañamiento y ayuda al crecimiento integral de los seminaristas, y, en definitiva también el sano orgullo de los sacerdotes, que sí es una nota distintiva de nuestros sacerdotes. Lo puedo decir, conociendo otros presbiterios, que aquí los sacerdotes tienen orgullo de tener seminaristas y eso es muy importante porque ellos son clave como referencia para los jóvenes de hoy respecto a la vocación sacerdotal.

La relación con los jóvenes es uno de los grandes desafíos de cualquier diócesis, ¿qué claves o caminos se están explorando para estar más en contacto con ellos?

Sí, aquí hay muchas iniciativas. El Adoremus, por ejemplo, que acabamos de bendecir una casa reservada para su uso. ¿Yo qué trato de hacer? Pues trato de estar en los momentos principales. He estado en Roma en el Jubileo con ellos, no he podido ir a la peregrinación de Guadalupe, pero trato de estar lo más cerca posible de ellos, de hablar su lenguaje, conectar, por ejemplo, hablando de temas que a ellos les interesan y, por supuesto, aprovecho las visitas a los colegios. Hasta ahora no he hecho muchas, pero también es otra forma en la que estoy teniendo contacto y deseo seguir teniéndolo.

Los jóvenes agradecen siempre la cercanía del Obispo ¿qué proyecto desea consolidar para fortalecer la vida pastoral y la cercanía con las parroquias?

Tenemos el proyecto del Plan Pastoral en el que estamos en la fase de estudio con los cuatro itinerarios, primer anuncio, acompañamiento, procesos formativos y presencia pública. Vamos a recibir propuestas y, por lo tanto, una fórmula para promoverla y consolidar la pastoral y la cercanía con las parroquias ha de ser concluir ese Plan, implementarlo y ponerlo en marcha. En segundo lugar, poner en marcha la Visita Pastoral, que me permitirá estar mucho más cerca, es cierto que la cercanía a unas zonas implica lejanía de otras, pero vamos a tratar de responder también en momentos significativos a otros lugares de la Diócesis.

¿Cómo pasará la Navidad del obispo de Córdoba?

Centrándome en lo que creo que es lo más significativo, que es el Niño en la cuna, con todo lo que significa de un Dios que se hace Niño, que se hace frágil y que nos muestra todo su cariño desde ese lugar tan significativo, que es la cuna. Disfruto mucho también de la alegría que surge de los encuentros familiares y también de los encuentros eclesiales con instituciones y personas. La Navidad, para mí, es un momento de mucha alegría y la disfruto de esa manera.

¿Cómo era su Navidad de niño en el seminario de León?

En el seminario estábamos de vacaciones, por lo tanto, en las vacaciones de niño, pues como todos los niños. Cuando estaba en el pueblo, pues eran unas Navidades muy sencillas, muy centradas en la parroquia. En aquel momento había muchos sacerdotes y en la parroquia teníamos todas las celebraciones propias de la Navidad y luego disfrutando en la familia, jugando como los niños. Unas Navidades muy naturales y muy familiares.

Precisamente en la Navidad Dios se hace hombre para darnos dignidad, para compartir su vida con nosotros, para liberarnos del pecado, por supuesto, pero también de la injusticia y del hambre y la pobreza. Para mí es muy significativa porque habla y mueve a la solidaridad también con los necesitados.

¿Es posible vivir una Navidad auténtica en medio del consumo y las exigencias que plantea esta sociedad que vive la Navidad con un tono festivo algunas veces acervado?

Es difícil, la verdad, sustraerse al influjo de esta sociedad, que con sus luces y su consumo puede enredarnos en lo accidental y ocultarnos lo principal. Por eso hay que hacer un esfuerzo para intensificar la vida espiritual, porque es la que le da sentido a todo lo demás. Entonces, cuando disfrutas tomando dulces o bebiendo una copita de vino, también lo ves como un regalo de Dios y, en fin, te anima a fortalecer la fe y compartirla con los demás y también a compartir tu vida con ellos.

¿Qué petición tiene para esta Navidad para los cordobeses?

Pues, como hijos de Dios que somos, que no nos cansemos de alimentar el espíritu en la vida familiar, en la Iglesia, el espíritu de comunión, de familia, trabajando también por la dignidad de las personas y el bien común. Deseo a todos que tengan una feliz Navidad y que ese elemento esencial, que es nuestra vida en el Señor, no se nos olvide, porque Él nos llena de paz, Él nos empuja en la caridad y nos ayuda a ser felices.

Una recomendación para cada familia cristiana para el día de Nochebuena

Les diría una cosa muy sencilla, que pongan una luz en el centro de la mesa, que hagan una oración dando gracias a Dios por estar allí reunidos y, por supuesto, pidiéndole también al Señor por las familias que carecen de lo necesario para vivir dignamente o que no viven en paz.

 

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