“Una oportunidad `para reavivar la esperanza”. De esta forma definió el subsecretario del Sínodo, monseñor Luis Marín, el Encuentro Diocesano de la Esperanza, una cita convocada por el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, que se celebró el pasado sábado en la Facultad de Teología San Isidoro con la participación de unas cuatrocientas personas representantes de todos los sectores de la comunidad diocesana.
En su primera intervención de la jornada, el arzobispo de Sevilla hizo un balance global del año jubilar, que calificó como “un año de gracia, un momento providencial para renovar la fe, robustecer la esperanza cristiana y promover la unidad en un mundo herido por tensiones, incertidumbres y una creciente polarización”.
La ponencia central del encuentro corrió a cargo de monseñor Marín, que relacionó el proceso sinodal dentro de la Iglesia con la celebración del Año Jubilar. Tras hacer un repaso al contexto social, “marcado por la tristeza y el pesimismo resignado”, afirmó que los cristianos debemos sentirnos llamados a una esperanza “fundamentada en la fuerza del Espíritu, que nos une a Cristo y a la Iglesia en este momento de la historia”.
En esta línea, subrayó que los cristianos “no somos meros espectadores, ni ejecutivos de una empresa, somo profetas de un tiempo nuevo, guiados por los criterios del Evangelio que hemos asumido y hecho vida”, lo que quiere decir que “comunicamos la esperanza que Cristo nos da”.
Comunión, participación y misión
Monseñor Marín se detuvo en el proceso sinodal, del que señaló que es “un momento de esperanza enorme” que nos lleva a asumir la propia vocación. Seguidamente desarrolló tres dimensiones -comunión, participación y misión- y animó a los presentes a “recuperar el sentido de peregrinos de esperanza”, porque “el pueblo de Dios está en camino hasta el fin de los tiempos y hasta los confines de la tierra”.
A la ponencia siguió un debate del conferenciante con Manuel Jiménez, delegado diocesano de Pastoral con Jóvenes; Maribel Merina, de Salesianos Cooperadores; y Rosa María García, religiosa de Nuestra Señora de Consolación; moderado por el director de COPE Sevilla, Joaquín López Sáez. Merina planteó la necesidad de recuperar y reafirmar la identidad bautismal, para que el cristiano sea corresponsable en la vida y misión de la Iglesia, en la parroquia y en la diócesis. Al respecto, monseñor Marín subrayó la conveniencia de “poner en marcha los talentos que Dios nos ha dado”. Por su parte, el delegado de Pastoral con Jóvenes hizo hincapié en que tenemos que caminar juntos como Iglesia diocesana, para dar “respuesta profética” a los desafíos actuales. Aquí, el ponente señaló que debemos trabajar por “una Iglesia que sea hogar”, y ofreció algunas pistas para avanzar, entre ellas “desarmar el corazón”: “ya está bien de la trinchera y el rifle, es necesario ver al otro como un hermano y hermana”, añadió.
Por último, la hermana Rosa García habló de la opción por los pobres para transformar la misión dentro de las comunidades y de la Iglesia local. Monseñor Luis Marín manifestó que “los pobres están en el centro de la Iglesia, no es exclusivismo -matizó- pero sí preferencialidad”.
El encuentro fue seguido desde diversos puntos de la Archidiócesis. Especialmente significativa fue la conexión en directo con la comunidad cisterciense de San Clemente, desde donde se planteó la inserción de la familia en la vida de la comunidad parroquial.
“La Iglesia está llamada a ofrecer un testimonio firme de esperanza”
En la homilía de la misa que cerró la sesión matinal, el arzobispo de Sevilla afirmó que “la Iglesia está llamada a ofrecer un testimonio firme de esperanza sostenida por la gracia”. Agradeció a monseñor Marín que hubiera ayudado a “contemplar la Iglesia en estado de sinodalidad, abierta al Espíritu y dispuesta a servir al mundo con un corazón lleno de esperanza” porque la sinodalidad -añadió- forma parte de la naturaleza y misión de la Iglesia”. Además, reivindicó el testimonio de la Iglesia en un mundo donde muchos corazones viven “cansados, heridos o desorientados”, y apuntó que este encuentro diocesano nos recuerda que “no podemos encerrarnos en una pastoral de mantenimiento ni en una vida cristiana tibia o rutinaria”. En la parte final de su alocución, abordó las tres ideas centrales del encuentro, y concluyó afirmando con rotundidad que “nada reaviva más la esperanza que compartir el Evangelio con alegría”.
“Soñar la Iglesia que soñó Jesús”
Los participantes dedicaron la sesión vespertina al trabajo en quince grupos en torno a las pautas ofrecidas durante la mañana. Poco antes de las cinco de la tarde, el salón de actos se llenó de nuevo para la puesta en común y la exposición de unas conclusiones, cuya presentación corrió a cargo de Enrique Belloso, delegado diocesano de Apostolado Seglar.
Monseñor Luis Marín clausuró la jornada agradeciendo una experiencia que resumió como “el testimonio de una Iglesia viva”. Advirtió que esto no es un final de camino, ya que “debemos seguir soñando la Iglesia que soñó Jesús”. Anunció que hasta 2028 hay que implementar y llevar a la práctica el Sínodo, “y en este camino -apuntó- seguiremos juntos”. Monseñor Marín reiteró que tenemos que reconocer las maravillas de Dios –“el Señor actúa en cada momento”- huyendo del pesimismo, potenciando la comunión –“donde hay un cristiano hay un hermano”-, discerniendo qué quiere el Señor de nosotros, cuidando la oración y viendo “cómo podemos ser eficaces en la misión”.
DOSSIER del encuentro
RETRANSMISIONES del encuentro
Sesión matinal
Celebración de la Misa
Sesión de clausura del encuentro
Vídeo resumen del encuentro
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