«Porque… cuando tuvo hambre, le dimos de comer…»

«Porque… cuando tuvo hambre, le dimos de comer…»

La festividad de Cristo Rey del universo se celebra el último domingo del año litúrgico y nos recuerda que Cristo es el verdadero Rey que debe reinar en nuestros corazones.

Después de la primera guerra mundial, en medio del crecimiento del comunismo en Rusia y con ocasión del 1600 aniversario del Concilio de Nicea celebrado en el 325, el papa Pío XI instituyó la fiesta en 1925 con la encíclica Quas primas, con el objetivo de promover la devoción de Cristo como Rey del Universo. San Pablo VI le dio el actual título de la solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo y la trasladó al último domingo del año litúrgico. Fue una respuesta a la secularización ateísmo y comunismo mientras el mundo presionaba para que los cristianos restringieran sus fiestas religiosas y fueran más leales a los gobiernos.

¿Dónde reina Cristo? En la cruz. Así, Cristo mostró de forma admirable su Majestad durante su Pasión, estando totalmente triturado corporal y espiritualmente. Es admirable cómo en Cristo se aúnan la humildad cómo hombre y la Majestad como Dios.

¿En qué se manifiesta esta Majestad de Cristo?

  1. Cristo reina sobre el mundo: el poder y el dinero del mundo, así como todos los deleites y comodidades, estuvieron sometidos a este Rey soberano.
  2. Cristo reina sobre el demonio: el poder del mal no tiene dominio sobre el bien. Dichosas las almas que llegan a darse cuenta y a percibir la mano de Dios en todas las cosas, transformando el mal en bien, con la ayuda de Dios.
  3. Cristo reina sobre la carne. Crucificándola, pagó el rescate por tantas personas que viven esclavas de ella. “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.” (Gál. 5, 24)

Cristo reinó desde la cruz. Este fue también el camino que siguió la Madre Luisa Sosa, yendo tras las huellas de Jesús Nazareno. Ese dominio sobre el mundo, el demonio y la carne lo alcanzó también la Madre a través de una intensa y constante vida de mortificación.

La Madre Luisa falleció el día 25 de noviembre de 2017, víspera de la Solemnidad de Cristo Rey. En su funeral corpore insepulto celebrado el día 26, día de Cristo Rey, providencialmente, se proclamó el siguiente evangelio: «…Entonces dirá el Rey a los de su derecha: “Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis /…/ Y el Rey les dirá: “En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis”» (Mt 25, 31-46).

Parece como si el dedo de Dios quisiera corroborar de esta forma concreta, a través de esta Palabra suya, la acogida de Dios en su seno a la que se entregó, por entero, al servicio de Dios y de los más necesitados.

También fue muy impactante que el día de su funeral se leyeran esas mismas palabras con las que la Madre Luisa finalizó el escrito que dirigió al obispo D. Pedro Cantero Cuadrado para que las autorizaran a vivir en comunidad[1]:

            «Consagradas nuestras vidas en esta tierra minera, para que cuando llegue nuestro día postrero, el Señor con su infinita misericordia, olvide nuestros pecados, miserias e infidelidades y nos admita en su Reino porque… cuando tuvo hambre, le dimos de comer; cuando tuvo sed, le dimos de beber; estuvo desnudo y le vestimos; enfermo y le visitamos…»

El día de su muerte sucedió otro hecho muy llamativo que vino a confirmar todo lo anterior. Al morir, quedó con la boca tremendamente abierta, pero, por la noche, la expresión de su rostro comenzó a cambiar, de tal manera que su boca se fue cerrando hasta dejar dibujada una sonrisa, transmitiendo así mucha paz. Quienes estuvieron aquella noche allí lo atestiguaron, así como todas las personas que la vieron al día siguiente. Todos quedaron muy sorprendidos al constatar la transformación de su rostro. Fue como la confirmación de lo que, ya en vida, pensaban de ella: que era una santa.

El próximo día 25 de noviembre celebraremos el 8º aniversario del fallecimiento de la Madre Luisa, con una misa a las 17 h en la parroquia de San Antonio, adjunta al Asilo de ancianas de la Obra de Jesús Nazareno de Nerva, en la plaza de Cantero Cuadrado. Será presidida por el Vicario General, D. Emilio Rodríguez Claudio. Estáis todos invitados.

Celia Hierro Fontenla,
sobrina de la Madre Luisa y Postuladora de la Causa de beatificación de la M. Luisa Sosa.


[1] Carta a D. Pedro Cantero Cuadrado del 8 de diciembre de 1954. La Madre Luisa Sosa, testigo y apóstol de Jesús Nazareno, p. 288.

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