Un autobús de feligreses de Álora y otro de Mijas se ha unido, junto a sus párrocos, a la celebración del 18 aniversario de la beatificación del diácono Juan Duarte en Yunquera y es que, el testimonio de este joven mártir llega a todos los rincones de la diócesis y pone en camino a sus gentes.
Cada 15 de noviembre, en el aniversario de su martirio, el pueblo de Yunquera recuerda de forma especial a su hijo Juan Duarte, cuyos restos reposan en la iglesia de la Encarnación. Cuando la fiesta cae en domingo (en 2026 tocará), la parroquia organiza la procesión de la imagen de su beato por las calles del pueblo. Este año estaba prevista una procesión, con una imagen más pequeña, desde la Casa Museo Natal hasta la parroquia para celebrar la Eucaristía. Debido a la lluvia, esa procesión se hizo de forma claustral, dentro del templo, justo antes de comenzar la Eucaristía.

Un autobús de feligreses de Álora, junto a su párroco Felipe Gallego, y otro autobús procedente de Mijas, junto a su párroco Hermán Marcel, compartieron esta celebración con los cientos de feligreses de Yunquera. Entre los de Álora se encontraba un grupo de jóvenes de la parroquia que vivió una tarde «de comunidad fraterna entre Yunquera y Álora», afirma el responsable de los grupos de crecimiento en la fe, Antonio García; y es que, primero visitaron el lugar en el que martirizaron a Duarte, Arroyo Bujía (Álora), y después su casa natal en Yunquera, para terminar celebrando la Eucaristía en la parroquia en la que el futuro santo recibió los sacramentos de iniciación cristiana.


El sacerdote Alfredo Barranquero, miembro de Causa de los Santos, presidió la Eucaristía concelebrada por el párroco de Yunquera, Gerardo Rosales, y los de Álora y Mijas.
En su homilía, Felipe Gallego recordó que «Yunquera, Álora por pura providencia divina, y toda la Iglesia de Málaga, tienen a un gran intercesor y testigo de fe, de esa fe que persevera hasta el final. Una fe que en un primer momento vemos que se recibe y vive en la familia y en la parroquia», y explicó que los documentos sobre Juan Duarte nos muestran «que esa fe empezó en su familia. Desde pequeño vio rezar a su padre, adorador nocturno, con el que compartía una intimidad paterno filial basada sin duda en la conciencia de ambos de tener la suerte de ser hijos de Dios. Aprendió de su madre la alegría y la entrega creyente y, entre sus hermanos, encontró un ambiente de fe sincera. Juan sería en su casa el mejor, como testimonian los suyos. De algún modo este hogar fue su primera capilla para encontrar a Jesús, el templo de la familia cristiana que ninguna persecución pudo derribar. Y que hoy debe ser especialmente cuidada».
Y también hizo referencia al templo yunquerano, en el que se estaba celebrando la Eucaristía, y que fue esencial en la fe de Duarte: «Aquí en esta Iglesia de Yunquera podemos venerar el lugar donde recibió el bautismo y la confirmación. Aquí, movido por amor a Jesús enseñó el catecismo a los niños, que recibían contentos a los seminaristas llegar cada verano. Lo que había recibido de la Iglesia, en su familia, él lo devolvió en forma de servicio y alegría. Firme ardor apostólico, evangelizador, que fue forjando en él un corazón de pastor, “evangelio vivo con pies de cura” (S. Manuel González). Hermanos, del martirio de Juan brota una primera llamada para nosotros: cuidemos la fe en nuestros hogares y en nuestras parroquias. Que acerquemos a todos a Jesús Eucaristía, para que sean discípulos, cristianos capaces de mantenerse firmes en la fe, perseverantes hasta el final».

Tras la celebración de la Eucaristía, la parroquia ofreció a todos los presentes un delicioso chocolate con bizcocho casero.
El beato Juan Duarte Martín nació en el pueblo de Yunquera un 17 de marzo 1912, y entregó su vida en Álora, concretamente en la Zona de Arroyo Bujía, el 15 de noviembre de 1936 con tan sólo 24 años. Sus restos reposan en la parroquia de la Encarnación en Yunquera, junto a los de sus compañeros mártires José Merino, Miguel Díaz y Miguel Doña.
Los mártires Juan Duarte y Enrique Vidaurreta (rector del Seminario de Málaga) fueron beatificados el 28 de octubre de 2007, en Roma, junto a otros 496 religiosos españoles, en una celebración presidida por el papa Benedicto XVI.


