
El sacerdote y profesor de los centros teológicos Miguel Ángel Martín Jiménez invita a profundizar en el Evangelio de este domingo, 16 de noviembre
Nos acercamos al final del año litúrgico y la palabra de Dios nos entrega hoy dos mensajes importantes que la creación tiene un final inevitable y que no debemos perder el tiempo intentando discernir cuándo llegará ese momento. Frente a la tentación de un fatalismo que puede consumir nuestro tiempo y nuestras energías, el evangelio nos invita a la confianza en la acción y guía del Espíritu, perseverando en las virtudes de la fe y la esperanza.
El futuro y el destino no son algo que deba preocupar al creyente, ya que su mirada está puesta en la vida eterna, lo que debe preocuparle es la misión que Dios nos encomienda, que no es otra que el anuncio del Evangelio. Así, Pablo exhortaba a los cristianos de Tesalónica a seguir esforzándose en la tarea que nos ha sido encomendada, siguiendo el ejemplo de los apóstoles.
Esto no significa que tengamos que desentendernos del mundo y sus problemas, sino más bien luchar por él y su salvación en todo momento, sin dejarnos llevar por una espiritualidad descarnada que nos aleja del prójimo y sus necesidades. Tengamos esto en cuenta, especialmente en este domingo en el que celebramos la Jornada Mundial de los Pobres; no vivamos siempre con los ojos mirando al cielo, antes bien, bajemos nuestra mirada a la tierra y a los que más sufren, buscando vivir siempre la misericordia y la caridad fraterna.

