Laura Montesinos: “Se puede ser feliz en el sufrimiento”

Diócesis de Córdoba
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Laura Montesinos se considera, en primer lugar hija de Dios, en segundo madre, en tercero médico de familia y, en su tiempo libre se dedica a contarle al mundo que hay esperanza en el dolor. Hasta los 32 años había tenido una vida plena, lo tenía todo, no le faltaba nada, pero la madrugada del 18 de mayo de 2018 su vida cambió para siempre. Su marido y padre de su hija de dos años, Manu, falleció mientras dormían. Fue en ese momento cuando Laura, a pesar de que en su corazón sonaba que lo había perdido todo, encontró el sentido de su vida y se dio cuenta de que lo más importante en la vida es amar. En su libro “Tu muerte es vida” cuenta su testimonio en primera persona de cómo la pérdida de su marido dio un giro a su vida, hemos tenido la oportunidad de conocerla gracias a la conferencia que ha organizado el grupo “Familia de Familias” de la parroquia de Santo Domingo de Guzmán de Lucena

Naciste en una familia católica y te consideras católica por herencia, pero, ¿Cuándo empiezas a ser católica de creencia? ¿Cómo pasas de un Dios teórico a un Dios vivo en tu corazón?

Aquella noche me di cuenta realmente de la vida y conocí a ese Dios que había estado adorando de una forma teórica y a creerme de verdad que existía, que era amor, que me amaba y que estaba vivo en mi corazón. Fue ese día, esa noche, de una forma que no puedo explicar de otra manera porque fue así. Creo que mi marido me fue preparando porque él tuvo una conversión previa a su muerte y con pequeños comentarios y con pequeñas cosas fui hilando cabos y aquella noche tuve un despertar en la fe.

Con 21 años conoces a Manu y has reconocido que desde ese momento todo fue perfecto ¿Cómo fue tu historia de amor?

Fue una historia muy sencilla, muy normal y muy bonita. Fui muy feliz durante los años que estuve con él, que fueron casi once. Me considero súper afortunada por haber podido conocer el amor de verdad, que lo conocí con él, y doy gracias siempre a Dios por lo que he vivido.

¿Cómo era tu vida hasta el 18 de mayo de 2018? 

Perfecta, siempre lo digo. Es verdad que ha pasado el tiempo y todavía idealizas más lo vivido, porque el cerebro para sobrevivir muchas veces borra cosas malas, pero en general era una vida bastante perfecta. Tenía todo lo que quería, todo lo que había deseado, muy joven, con 32 años, y la verdad es que no me faltaba de nada. Por eso tampoco miraba mucho al cielo, porque cuando lo tienes todo en la tierra tampoco tienes más que mirar. Estaba muy feliz y no necesitaba pensar mucho más allá.

Te consideras una persona nueva, sentiste la necesidad de abrirle el corazón a Dios, ¿cómo lo transformó?

De una manera radical, de raíz, porque me di cuenta realmente de lo que es la vida. Entendí el sentido de mi vida, que yo había venido aquí y que lo más importante que tengo que hacer es amar, que lo otro es importante pero es secundario y que da igual los hijos que tengas, el trabajo o la profesión, que si no pones amor en todo eso no sirve absolutamente de nada. Entonces me di cuenta de que lo importante en la vida es vivir amando y que lo demás es paralelo, secundario y que realmente la vida para la que hemos nacido no es ésta, sino que es esa vida eterna, ese cielo que nos espera. Entendí que a veces las contrariedades de la vida, las injusticias que pueden parecer, por qué unos tienen más, por qué otros tienen menos, por qué unos se enferman y otros no. Si sólo nos quedáramos en esta vida sería realmente un verdadero desastre, pero saber que hay algo más y que estamos hechos para una vida eterna, me dio mucha esperanza y entendí que mi objetivo en la vida es llegar al cielo.

Los que te conocen saben que el objetivo de tu vida es llegar al cielo con tu marido que te está esperando, pero en el camino tienes que ser feliz ¿Cómo es un día a día en tu vida? ¿Cómo has conseguido volver a ser feliz, qué has necesitado?

Yo no he dejado de ser feliz nunca, no quiere decir que no haya sufrido y siga sufriendo muchísimo, porque lo que estoy viviendo es muy duro, pero soy feliz porque tengo esperanza. Saber que mi vida tiene sentido, que lo que hago tiene trascendencia, saber que el amor lo puede todo y que tengo a alguien que me ama por encima de todo y que ha dado su vida por mí y me sostiene, aunque a veces cueste entenderlo pero sostiene y da paz, es lo que me ha mantenido feliz. La vida ha evolucionado y he encontrado otro camino de vida maravilloso. Me he vuelto a casar y eso sigue dando sentido a la vida, el poder seguir amando aunque la vida no va a ser como antes, pero hay una nueva oportunidad para vivir y para formar una familia maravillosa, porque hemos pasado de dos a cinco.

Defines la Iglesia como “un hospital de pecadores” ¿Qué les dirías a las personas que han perdido la fe después de pasar por un hecho traumático?

Es entendible, entiendo que pierdan la fe, porque todos pensamos: ¿Cómo un Dios bueno permite que ocurran tantas cosas? Pero hay que tener fe y saber de verdad que la vida no es ésta sino aquella y que muchas de las cosas que ocurren no son culpa de Dios, sino que son cosas que pasan, a veces incluso es cosa humana. El que haya perdido la fe, si quiere recuperarla que la pida, que tenga esperanza porque cuando uno cree y entiende el sentido de la vida, aunque sufra, puede ser feliz y sobre todo tener paz y esa paz da felicidad.

¿Cómo surge la idea de escribir el libro “Tu muerte es vida”? ¿Y por qué ese título?

Poco después de morir Manu empecé a escribir muchísimo porque tenía la necesidad de transmitir lo que estaba viviendo en el corazón. A las pocas semanas sabía que escribiría esto, no sabía cómo, ni cuándo, ni si sería un libro, pero sabía que tenía que escribir. Empecé primero en Instagram, mi cuenta fue creciendo en seguidores, la gente leía mis escritos y la editorial HarperCollins contactó conmigo y me propuso un proyecto editorial. Yo estaba esperando esa llamada y lo tenía claro. Habían pasado cinco años y tenía perspectiva suficiente para contarle al mundo lo que había transformado mi vida y mi corazón. Me costó escribir algunas cosas que he escrito porque ahí va mi corazón entero, mi vida, todo lo que he vivido, cada palabra es verdad. Me costó también dar el paso porque si no cuentas las cosas como son la gente no puede entender lo que me ha ocurrido. Abrí mi corazón de una forma bastante llamativa y al final pensé que mi vida no es mía, mi historia la ha escrito Dios y puede ayudar a mucha gente.

No me arrepiento en absoluto de haber contado lo que he contado y de haber abierto mi corazón como lo he hecho, porque a día de hoy sigo haciendo presentaciones y la gente sigue queriendo leer el libro. Siempre digo que es un libro de cabecera, para tener en la mesita y releer, porque las cosas que yo he aprendido le pueden servir a mucha gente en un momento determinado, no hace falta que se te haya muerto un familiar, no hace falta que hayas sufrido lo que yo he sufrido para descubrir lo que he descubierto. Ojalá no tuviéramos que pasar por lo que yo he pasado para que la gente pudiera descubrir lo que yo he descubierto.

Muchas mujeres habrán compartido contigo esa experiencia de dolor y de resurrección, ¿verdad?

Sí, la gente te cuenta muchas historias, la gente sufre mucho, el sufrimiento es inherente a la vida y muchas veces la sociedad lo oculta. Este libro muestra que hay sufrimiento en la vida pero que se puede ser feliz en el sufrimiento y muchas personas me han escrito contándome sus historias y que les ha ayudado mucho a enfocar su vida, su sufrimiento, su viudedad. Lo han leído, por supuesto, muchas personas viudas, de hecho mi marido es viudo y conoció el libro y contactó conmigo y así nos conocimos. Siempre digo que lo he escrito yo pero con mucha ayuda del cielo y que ojalá le pueda ayudar a tantísima gente como me ha ayudado a mí. La primera fan de mi historia soy yo, porque no puedo dar más gracias a Dios por todo lo que he descubierto a raíz de la muerte, cómo la muerte se transforma en vida, así que gloria a Dios.






 

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