
El Papa ha recibido este jueves 6 de noviembre a los miembros del Comité Conjunto del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa, de la Conferencia de Iglesias Europeas y a representantes de las Iglesias Cristianas de Europa, reunidos en Roma para la firma de la nueva Carta Ecuménica. En una audiencia en la que ha estado presente el delegado de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso de Málaga, el Papa subrayó la urgencia de un discernimiento común ante los desafíos actuales y reafirmó que «Jesucristo es nuestra esperanza».
El Papa León XIV dirigió este jueves un saludo a los miembros del Comité Conjunto del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), de la Conferencia de las Iglesias Europeas (CEC) y a representantes de las Iglesias Cristianas de Europa, a quienes recibió en audiencia el 6 de noviembre por la mañana. En este encuentro ha estado presente D. Ramón Valdivia, obispo auxiliar de Sevilla y presidente de la Subcomisión para Relaciones Interconfesionales, así como Rafael Vázquez, director del secretariado de dicha subcomisión.
La delegación se encuentra en Roma para la firma de la versión actualizada de la Carta Ecuménica, un documento que, desde hace veinticinco años, orienta el compromiso de las Iglesias europeas hacia la unidad, el diálogo y la cooperación. La Carta Ecuménica, promulgada por primera vez en 2001, representa, según sus firmantes, «el hito de la cooperación ecuménica europea desde hace más de dos décadas. Y la versión revisada trata de abordar los retos contemporáneos y reflejar las realidades cambiantes de la sociedad y del cristianismo europeo». La firma de la Carta Ecuménica actualizada tuvo lugar este miércoles 5 de noviembre por la tarde en la iglesia del martirio de San Pablo, en la Abadía de las Tres Fuentes de Roma, y confirma el camino de las Iglesias europeas hacia la unidad, el diálogo y la cooperación. El largo y meticuloso proceso de revisión comenzó en 2022 y ha sido dirigido en todas sus fases por un grupo de trabajo conjunto.
En palabras de Rafael Vázquez, que acompañaba la comitiva española, explica que «la firma de la Carta Ecuménica, que renueva la ya firmada en 2001 por todas las Iglesias de Europa, es una aliciente para seguir revitalizando el alma espiritual de Europa, y colaborar en el servicio al bien común de la sociedad europea en un clima de diálogo y fraternidad. Este ha de ser un tiempo de reconciliación, en el que el testimonio de la unidad se convierte en un gran signo de esperanza para una Europa que vuelve a sufrir el dolor de la guerra».
El Santo Padre retomó el saludo paulino de la Primera Carta a Timoteo —»Gracia, misericordia y paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús, nuestro Señor»— para darles la bienvenida. En su encuentro, recordó que la firma del documento tuvo lugar cerca del sitio del martirio de san Pablo, una ubicación elegida para subrayar la centralidad de su testimonio y la invitación a “mirar la historia con los ojos de Cristo”.
El Papa manifestó que «los desafíos que los cristianos enfrentan en el camino ecuménico están en constante evolución». Por ello, consideró necesario releer el contexto del documento original, evaluar la realidad europea actual y atender las preocupaciones comunes sobre la misión de anunciar el Evangelio. Si bien «hay signos positivos y alentadores de crecimiento en algunas partes de Europa», reconoció que «muchas comunidades cristianas se sienten cada vez más en minoría». A esta realidad se suman nuevas generaciones y pueblos recién llegados, con historias y culturas diversas que exigen escucha, acogida y cercanía. También advirtió sobre «el estruendo de la violencia y de la guerra, cuyos ecos se escuchan en todo el continente», y afirmó que en estos escenarios «la gracia, la misericordia y la paz del Señor son verdaderamente vitales».
En uno de los pasajes centrales del discurso, León XIV afirmó con claridad: «Solo la ayuda divina nos mostrará el modo más convincente de proclamar a Cristo en estos contextos cambiantes». Explicó que el nuevo texto de la Charta Oecumenica es un testimonio del compromiso de las Iglesias de Europa por examinar su historia a la luz de Cristo y discernir, con la guía del Espíritu Santo, “dónde hemos tenido éxito, dónde hemos fallado y hacia dónde debemos ir para anunciar nuevamente el Evangelio”.
A la vez, destacó que la Charta «no solo propone métodos», sino que «insiste en la importancia de compañeros de camino y de posibles senderos que recorrer». En consecuencia, exhortó a mantenerse «abiertos a las sugerencias y a las sorpresas del Espíritu Santo».
Recordando el Sínodo sobre la sinodalidad, el Sucesor de Pedro reiteró que «el camino sinodal es ecuménico, del mismo modo que el camino ecuménico es sinodal». La nueva Charta, afirmó, pone de relieve un recorrido compartido por cristianos de diversas tradiciones, capaces de escucharse mutuamente y discernir juntos “para predicar el Evangelio con mayor eficacia”.
Uno de los frutos más significativos del proceso de revisión ha sido la capacidad de «adoptar una visión compartida sobre los desafíos contemporáneos y establecer prioridades para el futuro del continente», sostuvo el Pontífice, siempre desde la convicción de que «la relevancia del Evangelio no tiene fin».
León XIV compartió además su inminente viaje al lugar donde se celebró el Concilio de Nicea, donde se encontrará y rezará con jefes de Iglesias y líderes de Comuniones cristianas. Será una ocasión especial para proclamar juntos la fe en Jesucristo “como nuestro Señor y Salvador”.
En el marco del Año Jubilar, Prevost expresó su deseo de anunciar con fuerza a todo el continente europeo que «Jesucristo es nuestra esperanza», pues Él es “el camino que debemos seguir y el destino último de nuestro viaje espiritual”.
Una bendición para seguir caminando juntos
Al finalizar su alocución, invitó a todos a orar juntos el Padre Nuestro e impartió una bendición especial para los presentes y sus familias. «Renuevo mis cordiales buenos deseos para sus esfuerzos», dijo, invitando a todos a seguir avanzando “con unidad, paz y esperanza”, impulsados por la gracia divina.

