
El pasado 23 de octubre, la Parroquia de San Ildefonso de Jaén fue lugar de encuentro, escucha y esperanza. Mujeres creyentes, reunidas en torno a La Revuelta de las Mujeres en la Iglesia, celebraron una jornada de reflexión compartida sobre su tarea profética: reivindicar un papel primario, visible y transformador de las mujeres en la Iglesia.
A partir del diálogo con el libro “La revuelta de las mujeres en la Iglesia”, el grupo fue desgranando su experiencia y su fe encarnada, tejiendo una palabra colectiva que brota del Evangelio y de la vida.
Resonó con fuerza la llamada a escuchar, hacer grupo y mirar hacia afuera, a discernir cómo nuestras comunidades pueden hacerse signo del Reino con gestos concretos de justicia y acogida.
Las mujeres reconocieron su compromiso con la fe y con la vida, conscientes de las dependencias que el patriarcado ha impuesto, pero también del amor que las mueve hacia una Iglesia más justa, abierta y libre. “No nos enfrentamos por miedo pero tampoco hacemos lo que otros deciden. En nosotras florece la vocación por la justicia y el amor al Reino.”
Compartieron lo que tienen hecho vida y así en Jaén, como en tantos rincones del mundo, las mujeres han ido despertando su conciencia teológica, reconociendo que la teología tiene género y que el Espíritu sopla también con voz femenina.
Durante años algunas asistentes estudiaron la Biblia en clave feminista, han compartido oraciones, acompañamientos, luchas vecinales y redes de apoyo. Han mantenido viva la fe desde una mirada crítica y transformadora, en comunión con las experiencias que aparecen en el libro de mujeres de la India, de México y de tantas otras tierras donde la fe y la justicia caminan de la mano.
Las dificultades mostradas pasan por reconocer que no es fácil sostener este camino. Persiste el miedo a reivindicar una teología feminista, la tentación de callar para no “molestar”, la invisibilidad que se impone desde las estructuras jerárquicas.
Muchas confesaron sentirse “clandestinas en la fe”, relegadas a la base, sin acceso a los espacios de decisión. Aun así, reconocen que su herramienta es clara: Jesús, y que la fidelidad al Evangelio exige perturbar la comodidad de lo establecido.
La cultura que reclama mujeres sumisas y perfectas en casa, sigue siendo un peso que obstaculiza la libertad espiritual y pública de las creyentes.
Las interpelaciones que brotaron en esta jornada fueron compromisos concretos como seguir formándose en la Revuelta, dar pasos juntas, ir unidas al 25N, animar a otras mujeres a participar y dedicar espacios de oración compartida.
Quieren que la Iglesia sepa que existen, que cuidan y se cuidan, que están comprometidas en la transformación de la Iglesia y de la sociedad desde las mujeres más pobres y vulnerables, para que el rostro del Reino de Dios se revele justo, libre y fraterno.
En este encuentro se sintió el eco de un llamado antiguo y siempre nuevo:
“No podemos renunciar a nuestra tarea profética. El Reino comienza donde una mujer se levanta y dice: queremos construir una comunidad de iguales”.
La Revuelta de las Mujeres en la Iglesia en Jaén
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