El periodista y sacerdote diocesano, Antonio Gil, recuerda en su columna semanal al Arcángel y Custodio de la ciudad
Este fin de semana “refulge” en Córdoba la silueta del Arcángel San Rafael, con la solemne Eucaristía, presidida por nuestro obispo, don Jesús, en la basílica del Juramento, donde contemplamos, esplendorosa y magnífica, la talla del Custodio, realizada por Gómez de Sandoval, en 1735.
Cuenta la tradición que el Arcángel Rafael se apareció al sacerdote Andrés de las Roelas, el 7 de mayo de 1578, certificando la autenticidad de las reliquias de mártires cordobeses encontradas en 1575 en la iglesia de san Pedro, y declarando solemnemente a aquel sacerdote: “Yo te juro por Dios vivo que soy Rafael Arcángel, a quien Dios tiene puesto como Custodio de esta ciudad”. En 1583, tras el dictamen de las pruebas, el Papa autorizó el culto a las reliquias.
El poeta José de Miguel nos dejó este puñado de versos dedicados al Arcángel, concentrando la relación de San Rafael, con nuestra ciudad: “En el azul de Córdoba prendido / del amor, que le liga dulcemente, / un arcángel, alado adolescente, / custodia la ciudad y su latido. / Triunfo fiel de mármoles erguido / por plazas, espadañas, torre y puente, / encumbra a Rafael, que anuda ardiente / Juramento de fe correspondido”.
La Biblia lo da a conocer en el Libro de Tobías y la piedad popular lo contempla como “protector en los viajes y acompañante en el camino de la vida”.
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