
Resulta paradójico que en un templo como la Catedral malagueña llena de obras de arte, una de las imágenes que concitan la mayor devoción sea la de san Expedito, que carece de valor alguno.
Sin embargo, como si un remedo fuera de la confirmación del Magnificat… “enaltece a los humildes”, esta pequeña figurita seriada recibe la visita frecuente de devotos que le ofrendan flores, exvotos y papelitos donde expresan sus problemas, confiados en su intercesión. El culto a este mártir en la Catedral data de en torno al año 1898, cuando se le dedicó un retablo en uno de los laterales de la capilla de San Rafael. La imagen actual data de 1942, siendo donada por Adolfo Giménez Morales, quien le profesaba gran veneración.
El nombre del santo proviene del latín expeditus, que viene a significar algo así como dejar el camino libre o librarse de un estorbo. En base a esta etimología, la tradición cuenta que estando Expedito en proceso de abrazar el cristianismo lo abordó un cuervo, cuyo grito onomatopéyico es ¡cras, cras!, lo que en latín viene a significar ¡mañana! Con ello, el demonio le tentaba a demorar su conversión, a lo que Expedito, resuelto, respondió: ¡hodie!, es decir, ¡hoy!, mientras pisaba con su pie al pajarraco, tal y como se puede contemplar en su iconografía. De ahí, que los devotos lo invoquen en situaciones apuradas que no admiten de espera.