ENTREVISTA. Mons. José Antonio Satué: «Ayudar no es un mérito, es un privilegio»

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

Humildad, coherencia y misión. Estas tres palabras, pronunciadas por D. José Antonio Satué en su primera homilía como obispo de Málaga, encuentran un eco profundo en la acción cotidiana de Cáritas.

En esta entrevista, el nuevo pastor de la diócesis reflexiona sobre cómo estos valores pueden iluminar el trabajo con las personas más vulnerables, inspirar a quienes entregan su tiempo y su corazón en el voluntariado, y dar sentido a la misión de la Iglesia en espacios como los centros de acogida y las Cáritas Parroquiales. Una conversación cercana que invita a mirar el ejercicio de la caridad con gratitud, autenticidad y apertura.

D. José Antonio, en su homilía habló de la humildad como una llamada que ha sentido en la oración. ¿Cómo cree que esta virtud puede inspirar y fortalecer el trabajo que realiza Cáritas con las personas más vulnerables?

Estoy convencido de que la humildad nos ayuda a reconocer que no somos salvadores de nadie, sino que, desde la conciencia de nuestra propia vulnerabilidad, intentamos acercarnos a quienes lo están pasando mal, situándonos junto a ellos, sin elevar nuestra posición; no desde arriba, sino desde su propio nivel. La humildad nos permite ayudar sin degradar, sin colocar al otro en una posición inferior.

También nos ayuda a descubrir la riqueza que hay en cada persona. Incluso quien parece más desamparado tiene una riqueza interior de la que podemos aprender.
La humildad nos permite reconocer lo que decía Benedicto XVI: «ayudar no debe ser motivo de orgullo, sino de agradecimiento». Me parece fundamental vivir el trabajo en Cáritas no como un modo de hacer méritos, sino desde la perspectiva del don: hemos recibido el privilegio de poder ayudar a los demás, y lo estamos haciendo.

Mencionó, además, la coherencia como una invitación para vivir la fe de forma auténtica. ¿Qué mensaje daría a los voluntarios y trabajadores de Cáritas que intentan ser testimonio de esa coherencia en su día a día?

«Hoy evangelizan más los testigos que los predicadores». El testigo vive con coherencia su fe, encarna en su vida y trasluce en sus acciones los valores del Evangelio. Ayudamos más desde el testimonio y la presencia que desde las teorías o las ideologías. Considero muy importante que quienes trabajan en Cáritas —voluntarios y contratados— vivan su fe no sólo unas horas a la semana, sino en todo momento. Porque, además, lo que realmente llega al corazón de las personas es que quien se acerque a ellas sea auténtico. Es importante que vivamos lo que creemos y, de alguna manera, entendamos que lo más valioso que podemos ofrecer a los demás es el cariño, el amor que brota de nuestra fe.

¿Cómo podemos entender y vivir la misión de la Iglesia desde cualquier centro de Cáritas o desde las Cáritas Parroquiales?

Solo desde la humildad y la coherencia podemos llevar adelante la misión de anunciar el Evangelio, aliviando las penas y levantando la esperanza. Desde esa perspectiva, estamos llamados a compartir las riquezas que poseemos: nuestro tiempo, nuestro cariño, nuestros bienes materiales y también nuestra fe. Sin hacer proselitismo, pero sí con la disposición de compartir tanto los bienes materiales como los espirituales que hemos recibido.

Cáritas, signo de esperanza

Además, el Sr. Obispo, en su visita al Hogar Pozo Dulce quiso dirigir unas palabras a los trabajadores y voluntarios de Cáritas, reconociendo su labor como signo visible de esperanza:
Me parece muy importante, sobre todo en este año jubilar dedicado a la esperanza, que las personas voluntarias y trabajadoras de Cáritas sean signos vivos de la presencia de Dios y, por tanto, portadores de la esperanza que nosotros queremos transmitir. La labor que desempeñáis no solamente es un regalo para las personas que acuden o que atendéis en los diferentes proyectos, sino que también es una luz de esperanza para mí personalmente y para toda nuestra comunidad diocesana.

Y como considero tan importante vuestra aportación, os pediría que os cuidéis mucho, porque los cuidadores necesitan cuidado; y atendáis vuestra vida espiritual y vuestra formación para que vuestra entrega brote de un corazón purificado, de un corazón nuevo.

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