
El profesor de los centros teológicos diocesanos José Luis Fernández Orta ayuda a profundizar en el Evangelio de este domingo, 5 de octubre.
El evangelio nos habla de una petición de los apóstoles a Jesús: “Auméntanos la fe”. Su petición surge después de que, desde al capítulo 14, haya ido estableciendo las condiciones para su discipulado. La respuesta es clara: no se trata de cantidad, sino de calidad.
Un grano de mostaza es suficiente, pero ha de partir de nuestra actitud interior, que se tiene o no se tiene. Y ha de estar apoyada en una comunidad que refiere a Jesús. La fe no supone la defensa de una doctrina, es la experiencia, desde el encuentro personal que hemos tenido con Jesús, de radical confianza en Dios. Se apoya en lo que llamamos “el depósito de la fe” que no es otro que el propio Evangelio de Jesucristo que quiere que seamos auténticos hijos de Dios y libres de cualquier tipo de idolatría. La autenticidad y la libertad se soportan en la confianza y la fe se muestra en servir gratuita y desinteresadamente. Quien tiene fe vislumbra en el horizonte de su existencia el Reino de Dios y se pone en marcha (misión) para cambiar muchas situaciones que atentan contra la persona.
No podemos seguir atados a la institución de la ley, que el evangelio de hoy representa con la morera que ha de ser arrancada para tirarla al mar, o seríamos como el hijo mayor de la parábola del hijo pródigo. Dios nos ha invitado ya a su mesa, desde nuestra condición de servidores. No podemos exigir paga, recompensa, reconocimiento, beneficios… Vivimos la fe como servicio: enviados, en misión, desde la humildad de reconocer quiénes somos, a construir relaciones de hospitalidad, paz y justicia.