La tarde de este sábado 27 de septiembre, el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, coronó la imagen de la Divina Pastora de la Hermandad de Santa Marina, en el trascurso de una Eucaristía celebrada en la Plaza del Triunfo del casco histórico de la ciudad. “Coronaremos la imagen que dio inicio a la devoción a María como Divina Pastora, en todo el mundo”.
A la celebración eucarística asistieron el cardenal venezolano, monseñor Baltasar Porras; miembros de la Junta de Gobierno, hermanos y director espiritual de la hermandad, autoridades civiles y militares, del gobierno local de la ciudad y comunidad autónoma; hermanos mayores y representantes de las hermandades de la Divina Pastora; representaciones de corporaciones de gloria, penitencia y sacramentales de la Archidiócesis y de otras diócesis; representantes de las entidades que tienen a la Divina Pastora como patrona y miembros de la comunidad venezolana.
Durante su homilía, el arzobispo de Sevilla se refirió a la coronación canónica de la Divina Pastora “como un acontecimiento de gracia y profunda resonancia espiritual. Un acto que culmina una trayectoria devocional que comienza en 1703, con la fundación de la Hermandad en San Gil por el padre Isidoro, pasando el año siguiente a Santa Marina”.
En palabras del arzobispo de Sevilla, este acto solemne de coronación no se queda en un acto exterior “nos interpela no solo emocionalmente, sino pastoralmente: ¿qué voy a hacer yo, a partir de ahora, para que esta efeméride no se quede en el gesto externo?”.
A continuación esbozó tres ideas fundamentales: En primer lugar, “crecer en la filial confianza en la Divina Pastora. María no desplaza a Cristo, sino que nos lleva a Él, por tanto “que esta imagen coronada inspire oraciones frecuentes, el rezo del rosario en familia, propósitos de entrega sincera a Dios”.
En segundo lugar, “imitar a María en su humildad, en su docilidad y obediencia al Espíritu Santo, que la espiritualidad de la Pastora nos enseñe a ser obedientes a Dios, a escuchar la palabra, a ponernos en salida pastoral, a cuidar al último, al más débil”. Finalmente, además de rezar, la coronación exige unas consecuencias en la vida cristiana, que se traducen en solidaridad, en caridad fraterna. “Que las hermandades, cofradías, parroquias y movimientos que participan en esta devoción promuevan obras de misericordia, presencia ante el sufrimiento humano, acompañamiento a migrantes, acciones de justicia, evangelización”.
España y Venezuela
Monseñor Saiz Meneses dirigió también unas palabras a los devotos venezolanos presentes en la celebración. “Queridos hermanos venezolanos que hoy nos acompañáis: esta devoción tiene un eco grande en vuestro corazón. María como Pastora guía e ilumina también vuestra fe, es una advocación muy venerada en Venezuela, especialmente en el estado Lara. Allí se celebra una procesión que parte del pueblo de Santa Rosa, donde se encuentra la basílica de la Divina Pastora, y llega hasta la Catedral de Barquisimeto, recorriendo siete kilómetros, con la participación de millones de personas”. Recordó que la devoción llegó a Venezuela con los misioneros capuchinos en el siglo XVIII. “Que esta coronación refuerce los vínculos de unidad entre España y Venezuela, memoria viva de la filiación común en Cristo bajo María”, añadió.
Don José Ángel destacó los rasgos más importantes de la coronación: “coronamos una imagen, pero sobre todo consagramos una devoción, un estilo de espiritualidad, un compromiso de vida”. Finalmente, dirigiéndose a la Virgen María pidió que la Divina Pastora, “ahora coronada canónicamente, sea faro visible para Sevilla, para España y para cuantos nos acompañan desde Venezuela u otros rincones, guiándonos hacia su Hijo Jesucristo. Que esa corona inspire en nosotros una conversión interior: que nuestro corazón se convierta en casa abierta y solidaria; que nuestra alma se afiance en la esperanza; que nuestras manos se despierten al servicio; que nuestra mirada encuentre en la Divina Pastora la confianza maternal que nos remite a Cristo Redentor”.
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