“Caelum, una historia de fe y esperanza” es el título del libro que el día 18 se presentará en la Biblioteca diocesana de Córdoba. Se trata de una novela escatológica con una narrativa actual que expresa la idea que el autor tiene del cielo, de la resurrección o la vida tras el paso por el mundo
El relato parte de una situación traumática, un accidente mortal en el seno de una familia corriente. Empieza entonces el camino de su protagonista, en busca de razones para entenderlo.
El lector encontrará una novela teológica sobre la vida eterna, un imaginario justificado y argumentado por su autor a través de una profunda investigación que parte de la necesidad de atisbar lo que encontraremos al final de este camino. La fe y la esperanza presiden este libro que también acoge un pequeño ensayo sobre el cielo.
Hablamos ya con José Antonio García Suárez, autor de este libro que será presentado por Adolfo Ariza, delegado diocesano de Catequesis.
¿Cómo y por qué se decide escribir un libro de este tipo, José Antonio?
Surge de una necesidad. En un momento determinado de mi vida, tengo esa inquietud por hablar, comentar y sobre todo profundizar en el conocimiento del cielo. Un conocimiento que la verdad es que incluso dentro de la propia iglesia, como advertía ya propio Benedicto XVI no era un tema recurrente. Tengo una necesidad de hablar de ese cielo y a partir de ahí lo que hago es documentarme, leer muchas escatologías, desde el Medievo en el siglo XVIII, tenemos interesantísimos libros y manuales sobre escatología. Para mí el mejor es el que escribe Benedicto XVI, cuando simplemente era sacerdote, y allá por los años 70.
Usted recurre a una narrativa actual para alcanzar el conocimiento del cielo, de la vida eterna o de la resurrección. ¿A quién va dirigida esta novela?
Yo creo que la novela va dirigida a toda la persona que tenga una necesidad de descubrir lo que hay detrás de esta vida, de esta vida material. Y también está especialmente dedicada a todas aquellas personas que están sufriendo, que están sufriendo, que están pasando por un momento complicado y que de alguna manera esto les permite trascender, les permite tener una mirada mucho más vertical para transmitirle esa esperanza que necesitan en un momento de dolor. El libro, yo lo termino también en un momento para mí complicado, como es la muerte de mi madre. Y todo esto, por lo menos las personas que lo han leído y que han sufrido una pérdida les ha permitido abrir una ventana. Como comentaba también Benedicto XVI en su encíclica Spe Salvi, con la muerte, los cristianos, los creyentes, tenemos la capacidad de capacidad para seguir viviendo, porque nada termina todo aquí.
¿Cómo es el cielo que propone esta obra?
La descripción del cielo está sacada y extraída de la Biblia, está sacada y extraída de la suma teológica de santo Tomás de Aquino, que profundizó mucho el tema, está sacada y extraída también del propio Benedicto XVI, del catecismo, está sacada de manuales catológicos. Hay muchísima información para poder conocer cómo es el cielo. Y esto es importante, que no obedece a un elemento imaginativo del autor, sino que lo que en este caso es coger los diferentes puntos, las diferentes informaciones, incluso de los místicos, como Santa Teresa de Jesús, por ejemplo, de otros, en este caso, santos y evidentes reconocidos por la Iglesia, para componer ese imaginario del cielo. El cielo es algo maravilloso. Es, en definitiva, toda la belleza que tenemos aquí elevada hasta la santidad. El cielo fundamentalmente es tener esa presencia de Dios, poder contemplarlo. Eso sí, no todos los contemplaremos al Señor con la misma nitidez, dependiendo un poco de nuestra existencia y como haya sido nuestro caminar por la tierra.
El cielo es, de alguna manera es toda la belleza que hay aquí en la tierra, una extrapolación divina y estar en una continua compañía como es la compañía de Dios y su contemplación. Es algo maravilloso, verdaderamente. Y así lo describen las Sagradas Escrituras y los santos que han hablado sobre él.
¿Cómo podemos hablar de fe y esperanza a alguien que acaba de tener una pérdida, que está sumida en el dolor de la ausencia?
Yo no soy psicólogo, ni soy psiquiatra, no soy terapeuta. La persona, el individuo, se componen de tres partes diferenciadas. Una parte física, hay una parte, en este caso, una parte psicológica y también tenemos una parte espiritual. La parte física permite abordar trabas en un momento determinado, pero puede que flaquee esa parte física, porque en ese momento, todo hemos oído hablar de la importancia que tiene la parte psicológica. Cuando el cuerpo no puede, la psicología puede. Pero llega un momento incluso en el que esas dos partes flaquean. Esas dos partes ya se vienen abajo y la única que puede levantarlas incluso es esa parte espiritual. Y en esa parte espiritual es donde albergamos la esperanza. El saber que algún día vamos a poder volver a contemplar a nuestros seres queridos, el saber que la vida no termina aquí: nosotros somos ciudadanos del cielo.
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