Educadores de esperanza

Estamos iniciando el curso académico y quisiera recordar a todas las instituciones educativas de la Iglesia la relación entre educación y esperanza, en el contexto jubilar que celebramos. La Iglesia está comprometida con la educación y su misión educativa permanece a lo largo de los siglos. El papa Francisco nos recordó en el reciente congreso ‘La Iglesia en la Educación. Presencia y Compromiso’ organizado en 2024 por la Comisión Episcopal para la Educación y Cultura de la CEE, que la educación es siempre un acto de esperanza y nos exhortó a ser sensibles a las nuevas exclusiones que genera la cultura del descarte.

 

Se cumplen el 60º aniversario de la Declaración del Concilio Vaticano II Gravissimum Educationis sobre la Educación Cristiana. Su mensaje sigue siendo actual ante la urgencia educativa que vivimos y exhorta a los educadores a perseverar y distinguirse “en la formación de los alumnos en el espíritu de Cristo, en el arte pedagógico y en el estudio de la ciencia, de forma que no sólo promuevan la renovación interna de la Iglesia, sino que sirvan y acrecienten su benéfica presencia en el mundo de hoy, sobre todo en el intelectual”. Anima también la Declaración a que todos los educadores “llenos del espíritu apostólico, den testimonio, tanto con su vida como con su doctrina, del único Maestro Cristo”. Estamos llamados a ser testigos de la esperanza cristiana en el campo de la Educación. Evangelización y Educación forman un binomio que nos recuerda que anuncio de Cristo no se puede separar de la misión educativa. Para ello animo a fortalecer la relación entre parroquia, familia y escuela. En este curso, dentro del Plan Pastoral Diocesano, he propuesto como prioridad pastoral la Acción 2 que corresponde al (Bloque IV) ‘El gusto de ser pueblo’: Fomentar la coordinación entre los párrocos, profesores de religión y centros educativos.

 

El papa León XIV, en su primera misa con los cardenales señaló que muchos son “los contextos en los que la fe cristiana se retiene un absurdo, algo para personas débiles y poco inteligentes, contextos en los que se prefieren otras seguridades distintas a la que ella propone, como la tecnología, el dinero, el éxito, el poder o el placer. Hablamos – indica el Papa – de ambientes en los que no es fácil testimoniar y anunciar el Evangelio y donde se ridiculiza a quien cree, se le obstaculiza y desprecia, o, a lo sumo, se le soporta y compadece. Y, sin embargo, precisamente por esto, son lugares en los que la misión es más urgente, porque la falta de fe lleva a menudo consigo dramas como la pérdida del sentido de la vida, el olvido de la misericordia, la violación de la dignidad de la persona en sus formas más dramáticas, la crisis de la familia y tantas heridas más que acarrean no poco sufrimiento a nuestra sociedad”. Es urgente que la misión educativa y evangelizadora tome en consideración esta llamada del Papa y ayudemos a los jóvenes a descubrir las razones de nuestra esperanza, Cristo.  Recordaba San Juan Pablo II que en un mundo caracterizado por unos progresos tan rápidos en la ciencia y en la tecnología las instituciones católicas, en esta encrucijada de la historia, han de hacerse presentes en medio del mundo como grandes laboratorios de esperanza.

 

A toda la comunidad educativa os convoco por tercer año a la celebración de la Eucaristía de comienzo de curso escolar, que tendremos en la Catedral de Sevilla, el jueves 25 de septiembre, a las 19:30h. La convocatoria de este año tendrá un sentido muy especial ya que, además de la misa de envío, será la celebración jubilar del mundo educativo, bajo el lema ‘Educadores de Esperanza’. Por esa razón, se partirá en peregrinación de la iglesia colegial del Divino Salvador a las 18:30h para después llegar a la Catedral y celebrar allí la misa. Estamos convocados una buena representación de la Educación Católica y de la formación religiosa de la Archidiócesis de Sevilla. Es un momento privilegiado para visibilizar que todos caminamos juntos en esperanza, conducidos por nuestro Señor, en la tarea de la educación. Será una ocasión para sentirnos acompañados, para estar unidos y, sobre todo, para dar verdadero testimonio de quiénes somos y cuál ha de ser nuestra misión. A nuestra Madre la Virgen de los Reyes, Sede de la Sabiduría nos encomendamos.

 

+José Ángel Saiz Meneses

Arzobispo Metropolitano de Sevilla

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