El periodista José Vicente Rodríguez, de La Opinión de Málaga publica este domingo un reportaje sobre los Oliva Martínez, una familia malagueña misionera en Dinamarca. Por su interés para la comunidad católica malagueña reproducimos dicha pieza informativa.
En este enlace puede leer el reportaje en la web de La Opinión de Málaga
La gran familia de Málaga que evangeliza con 14 hijos en Dinamarca
Daniel Oliva y Gema Martínez, un matrimonio de la parroquia de San Patricio en Huelin, partieron de Málaga en 2009 como familia misionera católica para vivir en un barrio de las afueras de Copenhague, donde tratan de dar testimonio con su vida cotidiana.
Evangelizar desde la vida cotidiana y hacer presente a Dios en medio de la sociedad actual. Ése es el propósito que llevó a Daniel Oliva y a Gema Martínez, un matrimonio del barrio de Huelin de firmes creencias católicas, a dejar en 2009 la cotidianidad de su vida en Málaga para partir a Dinamarca como familia en misión. Feligreses de la parroquia de San Patricio, esta gran familia (tienen 14 hijos) vive desde entonces en la zona de las afueras de Copenhague donde, ya sea en sus trabajos o en su quehacer diario, tratan de hacer presente el Evangelio con su simple testimonio de vida en un país donde el catolicismo es minoritario, estando además al servicio de la Iglesia como catequistas y agentes de pastoral de niños, adultos y parejas jóvenes.
Los Oliva Martínez regresan todos los veranos a Málaga para pasar unos días de vacaciones con la familia y con su comunidad parroquial en su «querido» Huelin desde donde, aprovechando además que este año celebran 25 años de matrimonio, relatan a este periódico el origen y la experiencia de esa singular «vida en misión».
Daniel y Gema explican que la decisión de partir hace ahora 16 años respondió a un sentimiento de «gratitud» hacia Dios, aunque fue madurada previamente durante algún tiempo para ratificar que era el camino correcto.
«¿Por qué nos fuimos? Llevábamos unos años casados y teníamos ya varios hijos, éramos felices, con los lógicos sufrimientos y problemas, como todo el mundo. Llegó un momento donde vimos que Dios había hecho tantas cosas buenas en nuestra vida que queríamos anunciar ese amor donde hiciera falta», comentan.
Ambos han vivido su fe desde jóvenes en el Camino Neocatecumenal, una realidad de la Iglesia que, entre sus carismas, incluye a familias de todo el mundo (entre ellas, varias de Málaga) que han partido en misión a donde se les ha mandado para hacer presente a la familia cristiana. Cuando Daniel y Gema se ofrecieron a ello les tocó Dinamarca y asistieron en el Vaticano a un encuentro con el entonces papa Benedicto XVI en 2008 en el que se realizó el acto de envío de todas las familias que partieron aquel año.
La partida (enero de 2009) implicó, lógicamente, empezar la vida prácticamente desde cero en un país y una cultura completamente diferente a la de España y sin conocer el idioma. Daniel, de entrada, dejó en Málaga un trabajo estable y bien remunerado y le costó un tiempo encontrar su primer empleo allí. Gema, por su parte, según cuenta, lo pasó mal en su proceso de aprendizaje del danés, con lo que se sentía más aislada en el día a día. Encontrar una casa en alquiler adecuada en tamaño para una familia tan extensa y que ha ido creciendo con los años ha sido también tarea ardua. De hecho, ya han pasado por cuatro desde que están en Copenhague (viven ahora en el barrio de Skovlunde).
Sin embargo, ambos señalan que durante todos estos años la «providencia» les ha acompañado en todo momento y que Dios les ha ayudado a superar los obstáculos materiales. «Hemos pasado penurias y estrecheces económicas, sí, pero nunca nos ha faltado lo básico. Ha habido meses, por ejemplo, donde no teníamos para pagar la calefacción, y pasábamos las tardes en la cocina todos juntos con un radiador, pero la experiencia que tenemos es que Dios, de un modo u otro, aparece siempre», explican.

Una vida en misión
¿Y cómo es la vida misionera de los Oliva Martínez en Dinamarca? «Lo primero es evangelizar con nuestra vida, viviendo como una familia cristiana dentro de una sociedad secularizada donde el catolicismo es una minoría y hay muchos matrimonios destruidos. Algunos pueden no entender lo de ser misionero en Dinamarca, pero es que a Dios hay que anunciarlo también en los países a los que consideramos ricos», afirman.
En cuanto a la actividad pastoral, se desarrolla en un barrio donde no existe una parroquia católica cercana, por lo que, junto a las otras familias con las que comparten misión en la zona (las hay procedentes de varios países), disponen de un local para celebrar la misa (un sacerdote les asiste) y el resto de celebraciones litúrgicas.
Se realiza además una misión evangelizadora en la plaza del barrio durante varios domingos del año, rezando los laudes (la oración matutina de la Iglesia) y cantando salmos. A veces predican por las propias casas, llamando a la puerta de los vecinos para anunciar el Evangelio. A lo largo del año, Daniel y Gema se ocupan de dar catequesis de todo tipo (jóvenes, parejas que van a casarse, familias que se acercan por primera vez a la Iglesia después de muchos años, etc) y también ayudan en el seminario de Copenhague con lo que se les requiera. Un ejemplo: su casa siempre está abierta para acoger a los seminaristas que van los domingos a comer con esta nutrida familia malagueña.
Todas estas actividades las realizan compaginándolas con sus trabajos (Daniel es conductor de un autobús de línea urbana y Gema, que durante la mayor parte de estos años se ha centrado en las tareas de casa, trabaja además ahora en un centro de mayores cuidando a personas ancianas).
Una casa que no es un «caos
«A la casa vienen además compañeros de colegio de nuestros hijos a comer y el simple hecho de que montemos una mesa para tantas personas es un signo para ellos. Los padres nos dicen ‘¿cómo vivís, cómo lo hacéis?’ A las familias que nos han conocido les gusta venir a la casa, ven cómo vivimos, les sorprende nuestra forma de educar a los hijos,…», relatan.
Ciertamente, el hecho de ser una familia particularmente numerosa es algo que llama hoy día sobremanera la atención, ya sea en Dinamarca, en España o en cualquier sitio. Daniel y Gema afirman que sus 14 hijos (María, David, Eva, Pedro, José, Marta, Teresa, Ana, Manuel, Carmen, Juan Pablo, Miguel, Daniel y Gabriel) son «un regalo tras otro» de Dios. Siete han nacido en España y los otros siete ya en Dinamarca. La mayor tiene 23 años; el más pequeño, tres.
Sus padres señalan que, lógicamente, organizar una casa tan grande requiere de más trabajo pero rechazan la imagen estereotipada de «caos» que algunos pueden tener cuando piensan en un hogar tan numeroso. «En nuestra casa se da siempre un orden y una obediencia, pero precisamente porque se da el amor y el cariño y porque Dios está en medio», afirma Gema.
Daniel, por su parte, tiene muchas veces que responder a los que le preguntan cómo consiguen llegar a fin de mes. «Hay un dicho que afirma ‘No es más rico quien más tiene sino el que menos necesita’, y es verdad. A veces, con más dinero, también te falta. Tenemos lo que necesitamos», asevera simplemente.
Un pequeño descanso
En unos días, la familia Oliva Martínez volverá a Dinamarca, tras unas semanas en Málaga. «Es una forma de descansar mentalmente y de poder vernos con la familia y con la gente de la parroquia. Vamos a la playa, los hijos ven a los amigos… para nosotros es muy importante todo este contacto con nuestro origen porque así tomamos más conciencia de que estamos en misión» señala Gema.
Cabe destacar que, cada verano, la familia visita un día con todos los niños a Mons. Jesús Catalá, que siempre ha estado al tanto de su misión (de hecho, cuando se fueron en 2009, los inscribió en el registro de misioneros de la Diócesis) y que siempre los anima espiritualmente. «Don Jesús nos ha ayudado mucho cada vez que hemos ido, y tiene un especial cariño hacia todos nuestros hijos», comentan agradecidos.