Si no fuera rubia parecería salir de ese lugar sin tiempo donde viven y reviven los recuerdos de las antiguas cantaoras; Anitila la Peñaranda, María la Faraona, Lola la Camisona… que sé yo. En fin, es del Perchel y se llama Gloria de Málaga.
-No se te olvide decir que el día 17 hago una gala en El Pimpi dedicada a los villancicos… Villancicos antiguos, los de todalavida, y modernos.
José Luis.: – ¿Los Peces en el Río…? Es un villancico sin…
Gloria: -Pues que te enteres que es uno de los pocos que nacieron en Málaga, así que no vayas a decir…
-Nada, no voy a decir nada ¡faltaba más siendo malagueño!
Gloria tiene la vivacidad traviesa de las percheleras de rompe y rasga que vivieron aquella reliquia de barro y mugre que se muere de nostalgia, tragada por la modernidad.
-¿Tú sabes dónde nacieron los villancicos?
-No, no..
-¡Pues los llevaron de pueblo en pueblo los primeros evangelizadores!
-¿Sí…?
-Sí señor. Fue por el siglo quinto o sexto… Más o menos. Lo cantaban por estas fechas anunciando la cosa más importante que ha ocurrido en el mundo; la llegada del mismo Dios a la Tierra.
Gloria se entona instintivamente, casi sin poderlo remediar…
La Virgen va caminando, viva el amor. Caminito de Belén, viva el laurel…
-El laurel, el amor. ¿Qué quieren decir?
-Pues nada. Lo pusieron los andaluces. En cuanto llegaron a esta tierra, sobre todo en Jerez; les pillaron los ritmos y los engancharon a las bulerías.
-Hombre, eso quiere decir que muchos villancicos son andaluces en realidad porque…
-Sí, en Andalucía perdieron la seriedad que traían de más arriba y se les agregaron las palmas y…
-¡hasta el baile!
-Bueno… ¡ya lo creo! El baile seguro. Sobre todo los gitanos; los gitanos hacen virguerías con lo que pillan…
Gloria prepara las manos. Los cantaores inician la marcha por las manos. Las disponen para palmear. Enseguida suena el villancico. El villancico tiene especial ternura en su alma de azul y nieve; narra fantasías infantiles… Risas.
Gloria le pone un acento agitanado que le sienta a la perfección.
Como el camino es tan largo,
viva el laurel,
al niño le ha dado sed…
– El villancico pone a Dios a la altura de los hombres, ¿verdad?
– Verdad
La conversación se desarrolla en las confortables oquedades de «El Pimpi». Gloria sigue con sus cantares a media voz, por «bajini». Es la hora de la copa del mediodía… Aquí, el 17 –recuerda Gloria- dará el recital. En la soledad, antes que aparezca «la parroquia», el Pimpi huele a Navidad.
-A villancico, rectifica Gloria.
-A villancico he querido decir, claro.
José Luis Navas