
Este relato es un fragmento del discurso de Jesús en la última cena, una vez que Judas ha salido del lugar en el que se encontraban reunidos. Por eso las palabras de Jesús están cargadas de un sentimiento de despedida y son la expresión de su última voluntad, manifestada a modo de testamento.
El culmen de la vida terrena de Jesús es la cruz en la que entrega su vida y en la que lleva a plenitud el amor con el que ha actuado, especialmente en los tres años de su ministerio público. Se trata de una forma de amar entendida desde el servicio y la entrega sin límites, desde anteponer a los demás por encima de sus intereses personales, de poner a la persona en el nivel más elevado de la escala de valores, a la altura del mismo Dios.
“Amaos los unos a los otros como yo os he amado”. Es un mandamiento nuevo y revolucionario. Jesús no pide que lo amemos a él ni a nosotros mismos (narcisismo), sino a los demás. Pero amando a los demás es la manera de amar a Jesús.
Hay muchas maneras de amar, pero Jesús nos ha enseñado la suya. Y esa manera de amar nos lleva al amor fraterno, en comunidad. Es el amor el signo de identidad de la comunidad cristiana y de todo discípulo del Señor. Y el amor es la manera de evangelizar y de anunciar al Resucitado, pues donde hay caridad y amor: allí está Dios.
Emilio J., sacerdote
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