
El pasado domingo, familias acompañadas por Cáritas parroquiales de San Isidro Labrador y San Luis Gonzaga, vivieron una jornada muy especial en el municipio de Pechina, en coordinación con la parroquia de San Indalecio. La excursión, pensada como una oportunidad de encuentro y respiro para madres e hijos en situación de vulnerabilidad, dejó momentos de alegría, aprendizaje y fe compartida.
La jornada comenzó con una parada en la granja-escuela de camellos, donde los más pequeños pudieron alimentar, peinar y aprender curiosidades sobre estos animales, que incluso fueron reconocidos en 2024 con el Año Internacional del Camello por la ONU. «Queríamos ofrecerles una experiencia distinta, educativa, pero sobre todo que pudieran disfrutar juntos como familia», explica María Victoria, directora de Cáritas de San Luis Gonzaga.
Después, los participantes se dirigieron a la Ermita de San Indalecio, desde donde realizaron una breve peregrinación a pie hasta la iglesia parroquial del pueblo. Con estandartes, cantos y mucha ilusión, los niños y sus madres caminaron celebrando su fe y participación en el Año Jubilar.
Durante la misa jubilar, en la que participaron activamente con peticiones, ofrendas florales y símbolos del peregrinaje, se vivió un clima de profundo recogimiento y agradecimiento. Posteriormente, en los salones parroquiales, compartieron una comida multicultural, con platos típicos preparados por las propias familias, en su mayoría originarias de países latinoamericanos como Colombia, Venezuela o Perú.
Como gesto final, y aprovechando que mayo es el mes de la madre en muchos países de América Latina, las madres recibieron un diploma con una poesía de Santa Teresa de Calcuta, en reconocimiento a su esfuerzo y entrega.
“Ha sido un día muy especial, de esos que dejan huella. Las familias se han sentido acogidas, escuchadas y valoradas”, destaca María Victoria. Una jornada sencilla, pero llena de sentido, donde Cáritas vuelve a ser presencia viva del Evangelio.