CÓNCLAVE 2.0, por Jesús Martín Gómez

Diócesis de Almería
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La diócesis de Almería es una sede episcopal sufragánea de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Almería.

Recuerdo perfectamente las circunstancias en que me encontraba aquel día de marzo en que salió al balcón de la Logia de la Basílica de San Pedro el Papa Francisco. Un poco más borrosas se me vuelven las circunstancias en las que me encontraba cuando Benedicto XVI hizo lo propio. Son los tres cónclaves, con el presente, que he vivido a lo largo de mi vida. Estoy convencido de que ninguno de los anteriores ha tenido la relevancia mediática del actual. Además de la cobertura informativa de los grandes medios de comunicación, que comprenden lo poco habitual que es la elección de un Papa, este Cónclave se caracteriza por el impacto que está produciendo en la comunidad digital. Por primera vez nos encontramos con cardenales que usan redes sociales y son conscientes de la influencia que el uso de las mismas puede tener en la creación de opinión o la transmisión de información.

Desde el año 2012 las redes sociales han cuadruplicado el número de sus usuarios. Se trata de un fenómeno que ha cambiado la forma de comunicarnos haciendo que las audiencias no solo sean consumidores, sino también distribuidores y críticos. Los contenidos generados por los usuarios son tan importantes como los publicitarios o institucionales. Las redes son, por así decirlo, seres en continua evolución que van adaptándose permanentemente a las demandas de sus usuarios gracias, en parte, a la inteligencia artificial. A la finalidad inicial de las redes sociales, mantenernos en contacto con familiares y amigos, se añade ahora la de ser motores de búsqueda de productos de consumo o información. Pensemos en la cantidad de creadores de contenido cuya presencia en redes consiste en vendernos lugares, experiencias, cosméticos, ropas, formas de vivir o a ellos mismos.

La evangelización no es ajena a esta realidad y son muchos los creadores de contenido católico que han decidido lanzarse a explorar, con el honroso fin de dar a conocer el evangelio. Podemos encontrar todo tipo de perfiles que vuelcan a la red la experiencia propia o eclesial de la fe. El peligro está en vendernos a nosotros mismos. Cuando la unión con el Señor flaquea el mar digital amenaza con hundirnos acabando por pensar que todo vale con tal de seguir consiguiendo likes. El testimonio digital es una moda ante la que no está de más recordar que la gente busca al Señor y no nuestra extravagancia, simpatía u ocurrencias. La continua exposición de lo profundo de nuestra relación con Dios, tan frecuente en estos creadores, puede ser una oportunidad para descubrir cuáles son los anhelos que buscamos satisfacer y buscar respuesta en una vida más profunda de oración. Lo virtual nos tienta con olvidar que la  fe debe encarnarse en la realidad. Sin duda, acotar y elevar el tono de estos contenidos digitales, es una tarea apasionante que podría implicar a toda la Iglesia bajo el lema “conversión digital”.

Jesús Martín Gómez

Párroco de Vera

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