En la tarde del 29 de noviembre, en la Iglesia de las Esclavas del Corazón de Jesús de Cádiz, el obispo diocesano, Mons. Rafael Zornoza Boy, presidió las Vísperas Solemnes con motivo de la apertura del Año de la Vida Consagrada en la Diócesis de Cádiz y Ceuta.
«Semper incipe, empieza siempre». Con esta frase, tomada del canónigo agustino Tomás de Kempis, quiso resumir el obispo de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, Mons. Rafael Zornoza, lo que debe ser el Año de la Vida Consagrada para los religiosos y religiosas. «Comienza cada día como si fuera el primero de tu consagración. La vida religiosa no se entiende sin la novedad del espíritu».
En cuanto al sentido de la consagración, el obispo diocesano afirmó que «la consagración no tendría sentido si no fuera porque nos ha llamado el esposo de nuestras vidas». De la misma manera, destacó la importancia de la fidelidad a Dios. «Nuestra consagración nos hace saber que no somos de este mundo. Cuando perdemos de vista que estamos en un mundo que no es el nuestro y nos acomodamos a él es cuando estamos exiliados de Dios y de la vida consagrada. Por eso es necesario poner la mirada en Cristo».
Asimismo, el prelado explicó que «cuando el Papa presenta a la Iglesia esta conmemoración nos ofrece el criterio para celebrarla, haciendo de todo este año una prolongada acción de gracias».
Convocado por el papa Francisco, el año 2015 estará dedicado a esta celebración pensada en el contexto de los 50 años del Concilio Vaticano II y de la publicación del decreto conciliar Perfectae Caritatis sobre la renovación de la vida consagrada.