A pocas horas para la celebración de la Fiesta de San Juan de Ávila, monseñor Antonio Prieto Lucena, evoca vivencias de la fiesta sacerdotal
El obispo de Alcalá de Henares, monseñor Antonio Prieto Lucena, presidirá el próximo jueves en la Basílica de San Juan de Ávila la Eucaristía que congrega cada año al clero de Córdoba en torno al santo patrón. En el 25 aniversario de su ordenación sacerdotal, el obispo de la Diócesis complutense ha manifestado su agradecimiento a monseñor Demetrio Fernández por esta invitación ante la que se manifiesta “muy honrado”.
La celebración, en directo por TRECE TV a partir de las 11.00 h., será una oportunidad de encuentro de don Antonio con quienes han sido sus compañeros sacerdotes durante los 23 años que ha pertenecido al clero cordobés, “en este año celebro mis bodas de Platas Sacerdotales y es la mejor forma de dar gracias a Dios con mis compañeros de curso, con los sacerdotes que celebran sus bodas de oro y con el resto del Presbiterio de Córdoba”, ha expresado.
Para el que fue rector del Seminario Conciliar “San Pelagio” de Córdoba, la fiesta de San Juan de Ávila en Montilla representa un recuerdo imborrable, por la presencia de don Gaspar Bustos en su etapa de seminaristas cuando el director espiritual del seminario, “nos grabó a fuego en el corazón el amor a San Juan de Ávila, patrón del clero secular español”, recuerda.
La memoria de aquellos años acuden en la víspera de la fiesta de San Juan de Ávila, desde el comienzo de la jornada, cuando se visitaba la Casa del Santo, y sacerdotes y seminaristas leían sus textos, escritos que “nos invitaban a la santidad sacerdotal y a vivir nuestra vocación con generosidad y entrega, a dar gracias a Dios por el don del sacerdocio”, repasa el Obispo. El ímpetu en la entonación del himno de san Juan de Ávila o la veneración de las reliquias del santo, permitía entonces y ahora “experimentar una especial protección de nuestro patrón”, recuerda, mientras rememora lo edificante que para él resultaba escuchar el testimonio de los sacerdotes que celebraban sus bodas de Oro y Plata.
Aquellos momentos de “entrañable de fraternidad sacerdotal, de acción de gracias a Dios por el regalo del sacerdocio”, han cobrado especial significado tras su ordenación como obispo de Alcalá de Henares por eso “doy gracias a Dios” y aunque manifiestas estar muy contento con su servicio a la Diócesis de Alcalá de Henares, “uno no olvida nunca sus raíces y yo de Córdoba lo he recibido todo. Como he oído decir a muchos sacerdotes mayores, mil veces que naciera, mil veces elegiría ser sacerdote. Es lo mejor que me ha pasado en mi vida. Por eso vuelvo a Córdoba muy agradecido”, termina.
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