La tarde del Jueves Santo, el administrador diocesano presidió en la Catedral la Misa en la Cena del Señor. En su homilía quiso destacar dos aspectos principales: la institución de la eucaristía y el elocuente gesto del lavatorio de los pies. Concelebró la Eucaristía el obispo emérito, Bernardo Álvarez. En el templo se encontraban representantes de la Hermandad del Santísimo y otras representaciones de cofradías, así como el alcalde de La Laguna y miembros de la corporación municipal.
Pérez quiso subrayar que bajo las especies del pan y del vino, Cristo se hace presente de modo real. El Señor “sabe que lo necesitamos” – dijo citando al Papa– “porque la Eucaristía no es el premio de los santos, sino el Pan de los pecadores”. Y “cada vez que recibimos el Pan de Vida, Jesús viene a dar un nuevo sentido a nuestras fragilidades.
El administrador diocesano, por otra parte, no quiso olvidarse de aquellos que han sufrido persecución o muerte por defender o celebrar la eucaristía, poniendo de este manera en valor la realidad de que «si no podemos celebrar la eucaristía, no podemos vivir, nuestra vida cristiana moriría».
En cuanto a la dimensión que expresa el lavatorio de los píes el celebrante exhortó a vivir «como servidores de los demás a ejemplo de nuestro hermano y Señor Jesús. No en vano hoy es el día del amor fraterno». “Toda la vida de Jesús es un acto de total entrega de sí por amor; por ello, a Él le gustaba estar con los discípulos y con las personas que tenía ocasión de conocer. Esto significaba para Él compartir sus deseos, sus problemas, lo que agitaba su alma y su vida».
Antonio Pérez finalizó su homilía pidiendo a Jesús, «a quien recibimos en la Eucaristía, que nos ayude a ser como Él pan partido y repartido para la vida, para la cercanía, para la edificación de la civilización del amor.
En esta ocasión el lavatorio de los pies tuvo una especial participación de los más jóvenes, subrayando así que ellos son el presente de la Iglesia y de la sociedad y la esperanza de la comunidad cristiana
Al finalizarla Misa, el Santísimo Sacramento fue trasladado hasta el Monumento para proceder, a continuación a desvestir el altar de manteles.