El pasado 18 de febrero se cumplió el cincuentenario de la bendición de Nuestro Padre Jesús en su Soberano Poder de la popular Hermandad de San Gonzalo, que nos hace visible la humildad y el amor de Cristo que se entrega por nosotros, como viviremos en esta Semana Santa que hoy comenzamos.
Los Evangelios sinópticos (Mt 26,57-67; Mc, 14,53-65; Lc 22,66-71) nos narran que Jesús cuando es conducido a la presencia de Caifás, se revela como el Mesías, el Hijo de Dios: “Yo soy” responde al sumo sacerdote (cf. Mc 14,61). Este es el momento que se representa en el paso de misterio de la Hermandad de San Gonzalo, presidido por la imagen del Señor, obra del escultor e imaginero Luis Ortega Bru (1916-1982), quien realiza en 1975 la cabeza, tallando el resto del cuerpo al año siguiente.
El artista sanroqueño supo aportar una nueva y personal visión a la tradición neobarroca de la escultura sevillana, como queda patente en obras como el misterio de la Hermandad de Santa Marta, el Cristo de la Misericordia del Baratillo, el apostolado de la Cena o la Virgen de la Salud de esta misma hermandad trianera del Barrio León.
En el Soberano Poder, Ortega Bru se aleja de la iconografía tradicional de Jesús Cautivo, que suele presentar acusada frontalidad y simetría, añadiendo movimiento a la figura del Cristo, el cual muestra una actitud itinerante, con la pierna derecha avanzada respeto a la izquierda, mostrando el pie izquierdo apoyado sólo en la parte de los dedos, mientras que el derecho pisa totalmente el suelo. Igualmente, para completar el dinamismo de la imagen, el hombro izquierdo aparece elevado respecto del derecho, girando la cabeza hacia su izquierda.
Destaca especialmente el modelado de la cabeza y del cabello, concentrándose toda la carga expresiva de la imagen, además de en las manos con dedos largos y huesudos, en el rostro lleno de unción, que transmite serenidad, acorde con el momento evangélico representado y que se caracteriza por los pómulos marcados que resaltan su realismo, como apuntan los investigadores Daniel Villalba y Francisco Manuel Delgado, quienes señalan también que el escultor se inspiró en los rasgos de su hijo Onésimo para tallar la cabeza del Cristo, cuya mirada está llena de dulzura y mansedumbre, y que muestra los labios entreabiertos, ya que se representa el momento exacto de la respuesta del Hijo de Dios a Caifás. Precisamente la frase evangélica “YO SOY” aparece grabada en la parte delantera de la pena del Señor, contextualizando la escena, y la obra aparece igualmente firmada por el autor en la trasera del sudario con la significativa frase “Mi Cristo para Sevilla. Luis Ortega Bru 1975”, que deja ver el grado de satisfacción del artista ante su creación.
La contemplación de la humildad y la entrega del Señor expresadas en esta imagen, nos ayuda a vivir estos días como un acontecimiento de gracia y salvación que nos llena de esperanza, anticipándonos la Pascua.
Antonio Rodríguez Babío, delegado diocesano de Patrimonio Cultural
Fotos: Daniel Villalba
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