Pedro Sánchez: «La gente necesita que se le quiera»

Diócesis de Málaga
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Pedro Sánchez Trujillo ha sido durante 40 años párroco de la Sagrada Familia, en la barriada Tiro Pichón. En estas cuatro décadas se ha ganado el cariño y el respeto de la feligresía, que le rinde un cálido homenaje cuando deja el servicio a la parroquia

-¿Qué siente ante el homenaje que le dedican sus feligreses?

– Lo bonito de este homenaje es que hay mucha verdad y mucha sinceridad en la gente. Creo que no hay ningún tipo de cumplido ni de compromiso, después de tantos años. Por eso yo tengo un deber, un deber de agradecimiento, de gratitud. Simplemente por el cariño que la gente me ha demostrado y me sigue demostrando. Esta parroquia lo mejor que ha tenido, y que tiene, es la gente. Así que estoy obligado a ser agradecido. A mí me enseñaron ya de pequeño, en el Seminario, a ser agradecido, que es una cosa muy importante en la vida de hoy. Porque los curas necesitamos también ser agradecidos. Las personas que han ido a este homenaje lo han hecho por sinceridad. San Pablo decía: «No tengáis más deuda que la del amor», y ésta es la deuda que yo siempre he procurado mantener y que no quiero nunca terminar de pagarla: la deuda del amor.

-Su historia, D. Pedro, y la de la parroquia de Tiro de Pichón transcurren paralelas. ¿Cuáles son los recuerdos más destacados de estos 40 años?

-No he tenido nunca agenda. Todo se me ha quedado en la cabeza. Cuando llegué en 1973, procedente de Gamarra, la barriada era una zona muy grande, con chavolas y sin alumbrado público. La primera viglia pascual la celebré una tarde de sábado lloviendo, con una mujer gitana que vino a pedir y se tuvo que quedar hasta el final. Entonces solo había una beneficiencia pública. No había seguridad social. Los médicos me mandaban a gente que necesitaba a muchas vitaminas, yo les ponía el sello de la parroquia. También recuerdo que un año más tarde de llegar a la parroquia fui Roma, con las nazarenas y allí encontré a Romualdo Rodrigo, un agustino, recoleto ya jubilado, relator de la Causa de los Santos. Lo conocí, nos hicimos amigos y él me estuvo enseñando Roma, la Roma moderna que yo no conocía y catacumbas cerradas al público. Cuando me vine me dio un regalo, un detalle y me dijo: «Pedro, tú nunca dejes de ser el cura de Tiro de Pichón». Y eso he procurado desde entonces.

-Su servicio en la Sagrada Familia ha sido intenso ¿en qué centró su labor pastoral?

-Tuve que hacer muchas cosas cuando llegué. Por lo pronto, conocer a gente, a los pobres e intentar ayudarles. Preocuparme por la gente en todos los sentidos. Esta parroquia se ha distinguido siempre por ser una parroquia tremendamente acogedora. Por aquí han desfilado niños saharauis, hemos hecho talleres de Cáritas, programas de Radio Ecca… Empezamos a dar mucha importancia a las dinámicas de grupo, a los medios audiovisuales. Promovimos muchas convivencias y peregrinaciones. Comenzamos con «las mamás catequistas» e hicimos una escuela de padres. Una escuela de padres auténtica. Porque los padres quieren que les enseñen a cambiar a sus hijos. Pero no quieren cambiar ellos. Muchísimos problemas de las familias son antes problemas de los padres. Por el hecho de querer cambiar al otro y de no cambiar ellos.

-Esta labor pastoral la conjugó con los estudios y la historia. Usted es autor de más de 20 libros y Delegado de la Causa de los Santos. ¿Cómo empezó su interés por los mártires?

-Desde pequeño me empezaron a hablar de Duarte porque murió en Álora, mi pueblo. He escrito una veintena de libros de mártires de Málaga y de España, e investigado mucho. He ido durante cinco años al Archivo Histórico Miliar. Conozco todos los consejos de guerra que se celebraron en Málaga. Además, he investigado sobre el obispo Manuel González, al que admiro mucho, y sobre toda su obra.

-¿Qué consejo daría a los sacerdotes que comienzan su ministerio?

-Que quieran a la gente. El no que no quiera a la gente que no salga a la calle. La gente necesita, sobre todo, que se les quiera. Después les hablas de Dios y de lo que les quieras hablar. El papa Francisco da en la tecla: si a la gente no se le quiere te puedes guardar el Evangelio. Es sumamente interesante saber llegar a la gente. Por ejemplo: el tema de los enfermos. A la gente les hablas mejor cuando está enferma. Cuando hay una enfermedad te haces más humildes. Lo mismo con los mayores. Dios te los pone por delante para que tú los catequices. Lo importante en la pastoral es que tú quieras a la gente. Y no te canses de la gente. Y la gente te lo agradecerá toda la vida.

-¿Volvería usted a ser cura?

-Totalmente, pero trataría de evitar los pecados de omisión. Me abruman aquellas cosas que dejé de hacer y a lo mejor Dios las quería y eran más importantes. Los demás pecados los perdona Dios y la Iglesia, pero aquello que no se hizo se quedará sin hacer toda la vida.

Ana Oñate

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