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Experimentar el amor o sentirse enamorado es experiencia de la que nadie debería sustraerse. Para, de entrada, descubrir, por analogía, el amor de Dios. Me gustan los poetas porque escriben lo que a ti te gustaría haber dicho o explicado.
Cuando alguien experimenta el amor del que habla un poeta, por analogía, resulta mucho más fácil entender el amor de Dios y resulta mucho más comprensible entender el deseo de los grandes místicos. Y del mismo Dios. Es un amor intenso, constante, que se prolonga en el tiempo, que penetra en lo más íntimo del ser hasta el punto que enamora. ¿Te has dado cuenta de cómo el amor genera una corriente que fluye de forma constante, intensa y contagiosa? Es lo que pasa cuando descubres la presencia amorosa de Dios que te quiere como eres, que te ama en lo que eres, que está junto a ti porque le preocupas.