El evangelista Lucas, después de que Jesús ha visitado la sinagoga y ha realizado sus primeros milagros, cambia de escenario y nos sitúa en el lago Genesaret donde tiene lugar la elección y llamada de los primeros discípulos.
La faena de pescar va a hacer referencia al trabajo evangelizador de la Iglesia de todos los tiempos y de la invitación que Jesús nos hace a todos los bautizados de ser “pescadores de hombres”.
Jesús se encuentra con unos pobres pescadores que vivían del esfuerzo de su duro trabajo. Se trata de unos pescadores fracasados porque esa jornada no han conseguido nada de pesca. Pero, a pesar de todo, sin éxitos ni méritos, el Señor se ha fijado en ellos y los ha invitado a seguirle en su misión.
Ellos escuchan las indicaciones (palabras) de Jesús y, confiando en él, le obedecen y consiguen una pesca tan grande que hasta hay riesgo de que las barcas se hundan de tanto peso. La conversión es un cambio en nuestras vidas para seguir a Cristo con más autenticidad, que nos permite dar frutos cuando antes no los dábamos.
Pedro, ante la actuación milagrosa de Jesús, se queda admirado y tocado en el corazón ante tanta grandeza, y es entonces cuando es capaz de sentir su pequeñez y su realidad pecadora, con el deseo de empezar una nueva vida, “dejándolo todo”, para unirse a Jesús.
La fe nos ha de llevar a la conversión y a la misión que Dios tiene para cada uno de nosotros, que somos llamados a vivir el Evangelio y a cooperar con el Señor en la construcción de su reino allá donde estemos y en lo que nos dediquemos.
Emilio J., sacerdote
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