Cuando bicheo un poco por las redes sociales, que hay tiempo para todo cuando uno se lo propone, me impresiona cómo las inteligencias artificiales son usadas para recrear todo tipo de escenarios, disponer a determinados personajes en situaciones inverosímiles e incluso crear todo tipo de animales mutantes que parecen salidos de los peores relatos de terror. Como nos sucedía de pequeños, debe haber todo tipo de personas verdaderamente aterradas o que creen aquello que ven. Simultáneamente caigo en la cuenta de que es lo mismo que sucede con las opiniones. Quien da credibilidad a una imagen creada por IA seguro que da credibilidad a cualquier cosa que vea, lea u oiga.
Han quedado congeladas las preguntas sobre la verdad, las cuestiones sobre la relación entre la fe y la razón, entre la ciencia y la religión… a nadie importan ya esos debates porque cada uno da por hecho que la opinión es un criterio absoluto que hay que respetar. Quien se pregunta queda, por así decirlo, excluido. Todo está ya respondido. Comprobamos cómo la curiosidad ha sido sustituida por una certeza depresiva que da todo por sabido y no deja lugar para el asombro, inicio de toda labor filosófica. Estoy seguro de que en buena parte esta situación se debe a que en ámbitos académicos o eclesiales seguimos hablando en términos que no llegan y tratamos de temas que carecen de todo interés.
En un mundo que ha sustituido la verdad por el horóscopo se hace más necesario que nunca suscitar la pregunta más que dar respuestas. Con frecuencia oigo hablar de que estamos en un tiempo más allá de la postmodernidad donde han sido derribados los pilares de la cultura. Sin embargo, me parece más atractiva y esperanzadora la idea de pensar que nos encontramos más bien en los albores de un tiempo en el que la humanidad vuelva a la razón. Un tiempo apropiado para resucitar la mayéutica que suscite las preguntas que den lugar al conocimiento. Un tiempo en que la fe sea de nuevo el motor que humanice a quienes han dejado escapar el hálito que los hacía semejantes a Dios.
Jesús Martín Gómez
Párroco de Vera