Fue con una Eucaristía con la que concluía el Año Jubilar concedido a esta Hermandad por la Santa Sede con motivo de su primer centenario fundacional.
Con una Eucaristía solemne, se clausuraba el pasado sábado día 14 el Año Jubilar concedido a la Hermandad del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad en el Calvario con motivo de su primer centenario fundacional.
En vísperas del domingo III de Adviento, Domingo Gaudete (de la alegría), el arzobispo Mons. José María Gil Tamayo celebraba la Eucaristía en la parroquia de San Gil y Santa Ana, en pleno centro de Granada, en Plaza Nueva. Además de la Junta Directiva de la Hermandad y sus hermanos, asistieron distintas autoridades militares y de la Policía Nacional, así como miembros de la Junta de Andalucía y la corporación municipal. La Eucaristía fue concelebrada por los párrocos de esta iglesia, D. Manuel García Gálvez y D. José Gabriel Martín Rodríguez, a cuya celebración se sumaron cuantos fieles desearon participar.
En sus palabras durante la homilía, Mons. Gil Tamayo habló de la alegría que caracteriza al cristiano y no el pesimismo, que es algo pasajero, explicó. También habló de María, Madre de Dios con una invitación a que esté presente en nuestras “vivencias existenciales”. (ESCUCHAR HOMILÍA EN ESTE ENLACE)
UN AÑO DE GRACIA INTENSO
La parroquia acogía esta clausura de Año Jubilar con la Hermandad del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad a la que la Santa Sede concedió este año de gracia, con motivo de su primer centenario de fundación.
“Ha sido un año intenso en el tema cultual -celebrativo y litúrgico-, donde, al menos dos veces al mes, hemos tenido además de la Eucaristía, la adoración eucarística y la oración de vísperas. También nos han visitado durante el año creyentes particulares para recibir la gracia del jubileo y de la indulgencia, así como instituciones políticas y militares. Y entre las hermandades y cofradías de Semana Santa de Granada y algunas hermandades de Gloria de nuestra ciudad de Granada”, explicó el párroco D. Manuel García Gálvez.
“Yo lo vivo como un momento de gracia, porque el Espíritu Santo lo derrama el Señor por donde Él estima conveniente”, subraya García Gálvez en relación a este año jubilar ahora clausurado.
“No han sido actos celebrativos multitudinarios por la realidad de la parroquia. Pero, ciertamente, han sido momentos de fe, momentos muy vividos, y creo que la experiencia vivida, tanto yo como mi compañero sacerdote D. José Gabriel, han sido momentos de fe y de celebración de la fe con el trasfondo del centenario”, concluyó.
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