LA GRAN BELLEZA, por Lola Ruiz

Diócesis de Almería
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La diócesis de Almería es una sede episcopal sufragánea de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Almería.

La belleza. Mucho se habla hoy día de la belleza. Está en los labios de la sociedad de forma continua; es lo más buscado, lo más deseado y a lo que se aspira hoy día: a poseer la máxima belleza y acercarse a ella lo máximo posible. Sin embargo, poco se sabe y se conoce sobre ella. La belleza no se trata de una realidad simplemente corpórea; sino que vas más allá, mucho más.

Esta cuestión ha estado muy presente en el II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular de la ciudad de Sevilla, celebrado del 4 al 8 de diciembre. La belleza ha adquirido aquí su verdadero significado: el bien, la verdad y el amor. Es una de las vías para llegar a Dios. Porque, ¿Qué hay más bello que Dios? Él es la verdadera belleza y no existe otra superior a Él. Su amor, su verdad y el bien que derramó sobre la humanidad es la única vía que existe para vivir una vida plena y llena de fe.

La vía pulchritudanis, explicada en el Consejo Pontificio de la Cultura, recoge que “a partir de la experiencia simple del encuentro con la belleza que suscita admiración, puede abrir el camino a la búsqueda de Dios y disponer el corazón y la mente al encuentro con Cristo, Belleza de la santidad encarnada, ofrecida por Dios a los hombres paras su salvación”.  

Esta cuestión ha ocupado la mayoría de los temas en las ponencias y debates del Congreso. A través de esta vía, podemos llegar a Dios de una manera extraordinaria. Puede parecer contradictorio, pero cuando los cofrades y creyentes nos deleitamos en la contemplación de una imagen de Cristo crucificado y sufriente, nos llenamos de amor, de bien y de verdad; y aunque sea la imagen que contenga el mayor sufrimiento de la humanidad jamás visto, sabemos que fue obra del amor inmenso que nos tiene nuestro Padre bendito de está en el cielo; y nos llenamos de una felicidad inmensa cuando le adoramos y rezamos.

Lo mismo ocurre en la Semana Santa, donde revivimos y le rendimos pleitesía a la semana de mayor dolor de nuestro Dios. En esta semana, salen de sus templos en procesión numerosas imágenes de la Pasión de Cristo, pero sin embargo, los cofrades estamos inmensamente felices, contentos y deseosos de vivir esta semana sagrada y de hacernos nazarenos con Él. Esto es lo que consigue la vía pulchritudanis. De igual forma, cuando vemos a María Santísima sufriendo la Pasión de su Hijo, la miramos a los ojos, la veneramos y nos llenamos de esperanza, de una esperanza que no defrauda, nunca defrauda.

Podemos decir entonces que la belleza, lo más buscado hoy día lo tenemos en nuestros corazones, solamente tenemos que despertarla, revitalizarla y no dejarla ir nunca. Dios está en cada uno de nuestros corazones, esperando pacientemente a que lo amemos desde la libertad que siempre nos ofrece como hijos suyos y recordando siempre que Él nos amó primero, Él es LA GRAN BELLEZA.

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