Nuestra diócesis acogió dos Eucaristías de acción de gracias con motivo de la reciente beatificación del padre José Torres Padilla.
La primera de ellas, el sábado 16 de noviembre, en la parroquia de La Asunción, en la capital gomera, presidia por el administrador diocesano. Y la segunda, un día después, en la Catedral de La Laguna.
Tras los repiques de gloria en el principal templo de la diócesis, comenzaba la Misa presidida por el obispo emérito, Bernardo Álvarez y concelebrada por el administrador diocesano, Antonio Pérez; el postulador de la causa, Salvador Aguilera; miembros del Cabildo Catedral y un buen número de sacerdotes diocesanos.
Asimismo, en la referida Eucaristía, que fue cantada por el Coro Epifanía, se encontraban presentes el presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, las hermanas de la Compañía de la Cruz de La Orotava y varios hermanos de la Cruz Blanca.
En la homilía, Salvador Aguilera expresó que Dios, con esta beatificación, sigue bendiciendo a nuestra tierra. “Otro canario subido a los altares, ya el tercero. Esta tierra está bendecida, no sólo por la belleza de su naturaleza, sino también por la santidad”.
Aguilera hizo una semblanza del beato gomero. “Ejerció su ministerio en Sevilla, oculto a los ojos de los hombres, dedicándose a la oración y al estudio, pero, sobre todo, al cuidado de las almas, especialmente de los más pobres. Además, dirigió espiritualmente a tres religiosas que destacan por su santidad. Una de ellas, Santa Ángela de la Cruz, con la cual fundó las hermanas de la Compañía de la Cruz, presentes en Santa Cruz de la Palma y en La Orotava”.
Por último, Aguilera invitó a todos los diocesanos a poner nuestra mirada en el beato Torres Padilla. “Pidámosle ir como él al Cielo. Mostrémosle nuestro deseo de estar eternamente contemplando el rostro misericordioso y bello de nuestro Señor Jesucristo. Que él nos ayude a cumplir las bienaventuranzas y las obras de misericordia, y a ser apóstol de la caridad y de los pobres. Beato José Torre Padilla, ruega por nosotros”.
Terminada la celebración, el postulador de la causa, entregó una reliquia del Beato para que fuera venerada en la Santa Iglesia Catedral.