El capítulo 13 de Marcos, en un lenguaje escatológico que mira al futuro con el deseo de consolar a los cristianos que sufren en su presente por las injusticias y especialmente por las persecuciones por parte del imperio romano, nos habla de la pronta venida de Jesús al final de los tiempos, y con ello de la venida definitiva y en plenitud del reino de Dios y de su triunfo.
Aunque la simbología que se emplea hace mención a catástrofes y sufrimientos, la intención del autor no es asustarnos, sino que es la manera de anunciar y prepararnos para un gran cambio, la llegada de algo nuevo nunca jamás visto y el nacimiento de una nueva realidad que vendrá precedida de dolores, como ocurre en un parto.
Será el momento del Hijo del Hombre, su manifestación gloriosa para recoger a los elegidos, a los que han aguantado la tribulación y han sido fieles hasta el final. Con este discurso apocalíptico, Marcos pretende alentar a las comunidades cristianas con la esperanza en el Resucitado.
La impaciencia humana hace que nos preguntemos por el tiempo en el que ocurrirá. Y Jesús responde con la simbología de la higuera a modo de parábola. Jesús nos invita a interpretar los signos de los tiempos, pues todo lo que sucede en este mundo no es casualidad, sino que son avisos para que tomemos conciencia de que hemos de estar en vela y preparados, porque solo Dios sabe el momento en que llegará el final.
Emilio J., sacerdote
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