Marga Sánchez es maestra de Religión desde 2009 en distintos colegios de la provincia de Córdoba
A lo largo de estos años he trabajado en varios colegios y actualmente estoy en cuatro colegios de la provincia de Córdoba, dos de los cuales son aldeas en los que las clases son “en familia”.
Mi vocación como maestra de Religión empezó desde mi niñez, ya que he nacido y crecido en una familia muy religiosa. Siempre he pertenecido y pertenezco a una hermandad de Córdoba a la cual estoy muy ligada. En ella he vivido mi infancia teniendo una relación muy familiar con las personas que forman parte de la misma con las que comparto la fe, la obra social y actualmente también formo parte de su agrupación musical.
Desde muy pequeña ya jugaba a ser maestra en casa con mis cuadernos y, cuando tuve la oportunidad, cursé la Diplomatura de Maestra de Educación Infantil y la DEI, actualmente DECA. Entonces trabajé en algunos colegios concertados y justamente el mismo día que me llamaron del Obispado para una oferta de trabajo también lo hicieron de uno de los colegios en los que había estado trabajando de maestra de Educación Infantil, teniendo que elegir y escogiendo ser maestra de Religión. No creo en las casualidades y Dios quiso que esa fuese mi opción y no se equivocó.
Considero que hoy en día, los niños necesitan trabajar valores y que nuestra asignatura es muy satisfactoria ya que enseña a hacer el bien, a no hacer a los demás lo que no nos gustaría que nos hiciesen a nosotros, a ser compañeros, solidarios…en definitiva, todo lo que Jesús a través de sus acciones nos dejó como legado.
Desde que empecé esta aventura, todos los días me levanto con muchas ganas de ir a trabajar ya que los niños aportan muchísimo a mi vida. Son mis alumnos, pero en realidad son mis niños.
Hace unos años estuve en un colegio de difícil desempeño y había un alumno con necesidades educativas especiales, el cual, no era aceptado por sus compañeros, los cuales le hacían la vida imposible y en casa tampoco se sentía querido por un familiar muy cercano. Él me manifestó sus ganas y su necesidad de aprender en mis clases, pero sus circunstancias personales le hacían que por su cabeza le pasase constantemente su deseo de quitarse la vida. Yo constantemente hablaba con él y le decía que no pensase eso. Él me decía que nadie lo quería pero yo le decía que eso no era verdad, que yo lo quería muchísimo y que aunque él no lo viese había muchas personas que lo querían al igual que yo y que merecía vivir solo por eso y por el bien que le hacía él a muchas personas. Antes de que acabase el curso, su padre vino a saludarme y a darme las gracias porque su hijo estaba muy contento conmigo y que quería que siguiese en mis clases el curso siguiente. Mi pena es que me tuve que ir a otro colegio y no supe más de él, pero confío en Dios y espero que mi apoyo le haya servido en su vida.
Este año otra alumna que se siente diferente a los demás y no encuentra su sitio en la vida, se venía todos los lunes en los recreos a andar conmigo en el patio y me contaba todas sus preocupaciones e inquietudes. Cuando la orientadora la estuvo viendo, ella le dijo que sus cosas solo me las contaba a mí y yo me sentí muy afortunada de poder haber sido su hombro en el que desahogarse. Si he podido servir en su ayuda, bendito sea Dios.
Con todo esto quiero demostrar lo importantes que somos como maestros de Religión en la vida de los niños.
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