Artículo del Sr. Obispo de Asidonia-Jerez para la revista del “Día de la Iglesia Diocesana”.
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Somos Vocación
Nhemos elegido empezar a vivir. La vida nos ha sido regalada. Maduramos como personas en la medida que tomamos conciencia de este dato fundante: la vida que nos es regalada está por hacer. Tal es la condición admirable del ser humano: ha sido dotado de libertad para que la vida recibida adquiera libremente un sello personal.
Cada persona es única e irrepetible, y está revestida de una dignidad infi-nita. Por eso cada vida humana merece respeto absoluto desde su concepción hasta su último aliento vital.
La vida es don y tarea, en unidad inseparable. El don precede a la tarea, la vida recibida al ejercicio de la libertad. La libertad se pervierte cuando niega o daña el don de la vida que la sustenta. Quien elige en contra de su propia vida y condición se daña a sí mismo y destruye su libertad.
En la Sagrada Escritura esta realidad se formula con el nombre de las personas. Todos los nombres expresan elección y misión.
El nombre se recibe y siempre tiene un significado. No venimos a este mundo por azar, sino que somos llamados a la existencia porque el Señor nos elige y envía. En sentido estricto, somos vo-cación. Así, el dato antropológico fundante recibe de la fe la luz que orienta la vida. Creyentes y no creyentes reconocemos que la vida nos ha sido dada, pues no hemos elegido empezar a vivir.
Empezamos a creer cuando nos preguntamos por aquel que nos ha dado la vida. Nos ubicamos en este mundo cuando tenemos la audacia de plantear la pregunta más importante de la vida:
«Señor, ¿qué quieres de mí?». Atisbamos la meta cuando respondemos descubriendo la propia vocación.
El Día de la Iglesia Diocesana es una preciosa oportunidad para volver a recordar que la vocación última de todo ser humano es la santidad y que esta se alcanza, no con las solas tuerzas humanas, sino colaborando con la gracia. Esta colaboración comienza cuando acogemos la vida nueva que se nos regala en la Iglesia mediante la Palabra y los sacramentos. En el camino de la iniciación cristiana recibimos los bienes de la salvación que nos configuran a Cristo para participar en la misión evangelizadora de la Iglesia. Si hoy padecemos una crisis de vocaciones, al matrimonio, a la vida consagrada o al sacerdocio, es porque sufrimos una crisis previa de iniciación cristiana.
Para poner la Iglesia en estado de misión necesitamos cuidar la iniciación cristiana de modo que, al final de la misma, cada bautizado, por la fuerza del Espíritu y la comunión con Cristo, descubra que la pregunta más importante de la vida es inseparable de la Iglesia: «Señor, ¿qué lugar quieres que ocupe en tu Iglesia?».
† José Rico Pavés
Obispo de Asidonia-Jerez
La entrada Monseñor Rico Pavés nos invita a descubrir nuestra vocación en el “Día de la Iglesia Diocesana” se publicó primero en Diocesis de Jerez.