Según los historiadores, el patronazgo de la Virgen de la Salud sobre Laujar de Andarax se remonta hasta el siglo XVII, cuando el vecino Diego de Santaella soñó «con una virgen pequeñita y morenita» que encontró en casa de un pintor de Granada. Al trasladarla a la iglesia de Laujar, Santaella hizo una parada en una ermita que había a la entrada y al intentar coger a la imagen mariana, comprobó que no podía moverla. Por lo que se quedó en este enclave de la alpujarra almeriense.
En 1691, previo permiso del arzobispo fray Bernardo Alonso de los Ríos, dos ermitaños se instalaron en la vieja ermita de San Sebastián y Santa Bárbara de Laujar, con la intención de levantar un nuevo edificio donde rendir culto a la imagen de la Virgen de la Salud. En 1696, el concejo de Laujar de Andarax hizo donación a los ermitaños de tierras y un caño de agua, como contribución a la edificación y mantenimiento de la ermita, que estaba prácticamente acabada en 1703. Para culminar la obra, el cabildo de Laujar de Andarax fundó en 1703 una capellanía a la Virgen de la Salud.
Más de tres siglos después, los vecinos de esta localidad han rendido nuevamente su devoción a la Virgen de la Salud el pasado fin de semana, junto con el Santo Cristo de las Penas. Las tradicionales novenas ofrecidas por las necisades del pueblo, el besapiés del Cristo, además de la Misa estacional, fueron algunos de los actos que cubrieron la piedad de los laujareños en el ecuador del mes de septiembre, antes que ambos Patrones volviesen en procesión hasta su ermita, arropados por una multitud ingente de fieles.
