Para comprender mejor este relato, debemos tener en cuenta que previamente Jesús ha tenido ya varios enfrentamientos dialécticos y sobre algunos temas controvertidos con los dirigentes religiosos de Israel, que se oponen a Jesús porque no consideran su mensaje ni sus formas de actuar lo suficientemente correctas dentro de la ortodoxia judía.
Sin embargo, este letrado que pregunta a Jesús sobre cuál es el mandamiento más importante de todos, no lleva mala intención, sino que lo hace con sinceridad y con la pretensión de que Jesús zanje la polémica sobre el Dios de la Alianza, que es lo que está en cuestión.
El sistema legal judío no incluía solo la Ley de Moisés, sino que se habían ido añadiendo muchas más leyes con el tiempo, y era tanta la cantidad que muy pocos podían conocerlas y aplicarlas, por lo que la mayoría del pueblo se consideraba impuro por no poder conocerlas ni aplicarlas.
Toda esa complejidad legislativa, Jesús la sintetiza en dos mandamientos que al mismo tiempo los unifica en uno solo: el amor. Por eso el amor a Dios y el amor al prójimo están en la cúspide de la jerarquía de leyes y son los dos mandamientos centrales y nucleares que sostienen todas las demás leyes.
Para Jesús estos dos mandamientos son considerados la clave para poder formar parte del reino de Dios, y hay que cumplirlos en radicalidad y en sinceridad. De esta manera nos invita a vivir en el amor como forma de seguimiento de sus discípulos y como característica del nuevo pueblo de Dios.
Emilio J., sacerdote