Magna misión

Oportunidad renovada: la Magna Mariana en la Jornada del Domund. El evangelista san Lucas refiere la enseñanza de Jesucristo sobre la necesidad de interpretar los signos de los tiempos: «Cuando veis subir una nube por el poniente, decís enseguida: “Va a caer un aguacero” y así sucede» (Lc 12, 54). En Jerez hemos visto las nubes y el aguacero… en el día programado para la Magna. Leyendo con acierto los pronósticos meteorológicos, buscando conjuntamente el bien de todos y redoblando el esfuerzo para culminar un trabajo ímprobo de meses, la gran procesión mariana se aplazó para el sábado siguiente, víspera de la Jornada Mundial de las Misiones. ¡Bendito guiño de la Providencia!

Continúa el relato evangélico transmitiendo las palabras severas de Nuestro Señor: «Hipócritas: sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, pues ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente?» (Lc 12, 56). Nuestra Magna tenía que ser misionera. La Jornada del Domund es una oportunidad preciosa que ofrece anualmente la Iglesia Católica para ensanchar la mirada y llevar a todos el abrazo misericordioso de la evangelización. El lema elegido para este año recupera las palabras de una parábola sorprendente de Jesús: un rey celebra el banquete de bodas de su hijo; como los invitados se niegan a asistir, el rey manda a sus siervos a los caminos para que inviten a todos los que encuentren:«id e invitad a todos al banquete» (Mt 22, 9). Al desprecio de unos pocos invitados, responde el rey con generosidad desbordante para todos. Reacción desconcertante que describe perfectamente el compromiso que sostiene la tarea evangelizadora: al rechazo y desprecio de los que se tienen por sabios y poderosos en este mundo, se responde con derroche de bondad para todos. El Domund es corresponsabilidad en la misión. Podemos colaborar, con nuestra ayuda material y espiritual, para que los misioneros sigan extendiendo el evangelio hasta los confines de la tierra.

La Magna Mariana se ha concebido como un pórtico excelso al Jubileo del 2025: manifestación de fe y amor a María Santísima para unirnos cada día más a su Hijo Jesucristo.Como peregrinos de esperanza, el Papa Francisco nos convoca a la celebración de un Año Santo proponiendo a la Madre de Dios como el testimonio más alto de la esperanza. Nuestra Magna cumplirá su objetivo si a las expresiones de devoción mariana siguen compromisos concretos de evangelización: encendamos nuestro corazón en el amor que brota del Corazón traspasado de Cristo, llevemos esperanza a nuestros contemporáneos y conduzcámonos con la luz de la fe. Aprendamos de la Virgen María, invocada con muchos nombres, a cuidar a Jesús en la propia vida y a llevarlo, como Ella, a todos. Corazones ardientes, pies en camino. Mirar a María, renovar la esperanza. Poner la Magna en estado de misión. “El hombre propone, Dios dispone”.

 

+ José Rico Pavés

Obispo de Asidonia-Jerez

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