La profesora de los Centros Teológicos Beatriz Moreno ayuda a profundizar en el Evangelio de hoy, Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario, 13 de octubre de 2024, (Marcos 10, 17-30).
El Evangelio nos ofrece una escena un tanto conocida, la del joven rico. Eljoven tieneunavidaderiquezas,prestigio, acumulando méritos materiales y una vida según la ley establecida. Sin embargo Jesús le propone un cambio radical en su vida y, en vez de acumular riquezas, le habla de compartir su vida con Él, siendo discípulo y ofreciendo sus bienes materiales a los pobres.
Jesús sigue la línea de los profetas y pide despojarse de todo aquello que es un obstáculo para entrar en el Reino de Dios. Al joven rico, sus posesiones lo convierten en un arquitecto de una sociedad injusta. Lo importante es desprenderse de todo y seguir los pasos de Jesús. El Señor no viene a abolir la ley establecida, más bien, a transformarla desde el mandamiento del amor.
Cuando Pedro le pregunta a Jesús «¿quién puede salvarse?», Jesús ofrece dos claves: que la salvación es don de Dios y que debemos compartir nuestra vida con Él y con los pobres. Así tendremos su recompensa en este mundo y después en la vida eterna. La opción por los pobres no excluye a los ricos, más bien, los ricos se autoexcluyen por no optar por los pobres. Jesús nos invita a la “radicalidad”, a seguirlo de una manera especial, a ofrecer el amor por los otros, que son nuestros hermanos. Y sus frutos serán mayores de los que podamos conseguir en esta vida. La Buena Noticia nos ofrece un criterio desde la radicalidad y la sabiduría. ¿Estaremos dispuestos a despojarnos, a amar al prójimo “como a ti mismo” y seguir a Jesús?