Octubre de rosarios y campanilleros

Octubre de rosarios y campanilleros

El día 7 de octubre se celebra a la Virgen del Rosario, devoción que toma todo el protagonismo del mes de octubre, Mes del Rosario. Una devoción a la Madre de Dios que se atribuye a Santo Domingo de Guzmán, y que sigue siendo alabada y bendecida por los Papas hasta nuestros días[1]. Las devociones no quedan en el interior de las personas, sino que se manifiestan en variadas formas artísticas – escultura, pintura, poesía, música–, que configuran el patrimonio cultural de tantos pueblos. Me refiero a las imágenes de la Virgen del Rosario y a los Campanilleros o los Auroros.

En la provincia de Huelva hablamos, en Escultura Mariana Onubense, de 43 imágenes de la Virgen del Rosario: 7 del siglo XVI, 5 del XVII, 7 del XVIII, 3 del XIX, y 17 del XX, a las que añadimos 4 imágenes del Rosario dolorosas, del XX[2]. Y en cuanto a los campanilleros, según estudios de Romero Mensaque[3] y de Antonio F. Tristancho[4], tenemos al menos 8 en la Sierra: Aracena, Fuenteheridos, Galaroza, Corteconcepción, Encinasola, Jabugo, Santa Olalla y Zufre. En el Andévalo y Minas, 4: Riotinto, Paymogo, Zalamea y El Villar. En la Tierra Llana y el Condado, 6: Huelva, Gibraleón, San Juan del Puerto, Trigueros, Niebla y Bollullos. En algunas procesiones, como en la de Villanueva de los Castillejos, también intervenían danzantes.

Los campanilleros por la madrugá.

Son cientos de letras las que cantan los campanilleros en el rosario de la aurora y en las procesiones, y que se extienden a la Navidad y a los santos patronos. Muchas de ellas son comunes en pueblos de Sevilla y Huelva, y otras muchas son propias de cada grupo. Tengo presente 262 de Bollullos, recopiladas por Francisco Valdayo “El Chirivito”, de 1979; tres cuadernos de Bartolomé Márquez Vázquez, de Paymogo, de 1985; y un pequeño devocionario de Riotinto, de García Cardoso y Naranjo Acosta, de 2011. Se trata, pues, de un amplísimo mundo poético y musical, cargado de teología y de sentimiento, digno de ser estudiado y reconocido como parte integrante de nuestra cultura popular. Por poner un ejemplo:

Entre millares fuiste escogida
Virgen del Rosario por Madre de Dios,
elegida del Eterno Padre
para que obrase nuestra redención.

Con divino amor
te decimos, oh Mujer dichosa:
tú fuiste la Rosa más digna de Dios.

La Virgen del Rosario, de Villanueva de los Castillejos, de Miguel Adán, 1569

Como muestra de las 43 imágenes, presentamos una obra renacentista, la Virgen del Rosario de la Parroquia de la Inmaculada Concepción, de Villanueva de los Castillejos[5]. Mide 1,28 m. de alto. Escultura de Miguel Adán, y policromía de Antonio de Alfián, año 1569. 

La imagen corresponde a la iconografía de la Hodegetria, o Conductora. De pie, su mano derecha ofrece el rosario, que da nombre a su advocación, y sentado sobre su brazo izquierdo lleva al Niño Jesús semidesnudo. Cubre su cabeza con velo blanco, enmarcando un rostro de sólidas facciones y mirada amable en su seriedad.  Erguida, con la rodilla derecha adelantada, en contrapposto, viste túnica dorada y manto azul dorado y estofado, que se cruza por debajo de su izquierda, y cuyos pliegues caen verticalmente, otorgando serenidad a la figura. La ligera inclinación de la cabeza inicia una línea sinuosa, que se continúa por los pliegues del manto, eliminando rigidez a la composición. El Niño presenta una anatomía bien formada, y ofrece también un rosario. La composición unitaria, de formas cerradas, nos remiten a los maestros del Renacimiento.

Efectivamente, la documentación corrobora lo que las formas estilísticas nos ofrecen. El 11 de noviembre de 1569, en cumplimiento del encargo hecho por el Provisor de Sevilla, otorgan escritura pública Juan de Oviedo, ensamblador, Miguel Adán, escultor, y Antonio de Alfián, pintor, para “la hechura de un tabernáculo e ymagen de bulto de nuestra señora para la yglesia del lugar de los castillejos en precio de quarenta ducados”. Se comprometen a “hacer la dicha obra de talla y pintura y dorado y estofado del tabernáculo e ymagen de nuestra señora de buena obra e a vista de oficiales y de darla acabada de todo punto y perfición para el día de pasqua de navidad primero siguiente” (Archivo de Protocolos Notariales de Sevilla, oficio 8). Así lo transcribe Celestino López Martínez[6]. Hernández Díaz identifica la imagen contratada con esta Virgen del Rosario[7]. En los sucesos de 1936 sufrió daños, pero afortunadamente pudo ser restaurada, sin que perdiera su categoría artística.

Miguel Adán es uno de los escultores castellanos que se asentaron en Sevilla en el siglo XVI. Había trabajado en Toledo con Juan Bautista Vázquez el Viejo. En 1561 se trasladó a Sevilla siguiendo a su maestro, donde se instaló y en la que desarrolló principalmente su actividad artística. Miguel Adán volvió a trabajar para la iglesia de Villanueva de los Castillejos, tallando la imagen del Crucificado para la Hermandad de la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, en 1573, como recoge también López Martínez[8].

La cofradía de Ntra. Sra. del Rosario organizaba anualmente las fiestas de su titular con toda solemnidad. En la procesión de la Virgen intervenían danzantes. En 1647, la antigua sacristía fue transformada en capilla para Ntra. Sra. del Rosario. El actual templo comenzó a construirse en 1789, y se concluyó en 1929. La imagen se venera en el primer tramo del lado derecho de la nave.

Manuel Jesús Carrasco Terriza


[1] SAN JUAN PABLO II, Rosarium Mariae Virginis, 16 octubre 2002.
[2] GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel, Manuel Jesús CARRASCO TERRIZA, Escultura mariana onubense. Huelva, 1981, pp. 483-511.
[3] ROMERO MENSAQUE, Carlos José, “Apuntes para una historia del Rosario en tierras onubenses durante la Edad Moderna”, en Baena en el V Centenario de la Provincia Bética (1515-2015), pp. 197-222.
[4] TRISTANCHO, Antonio F., “Los campanilleros llenan de sones tradicionales las madrugadas de la Sierra onubense”, en Huelva Información, 15 de octubre de 2023.
[5]  GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel, Manuel Jesús CARRASCO TERRIZA, Escultura mariana onubense, o.c., pp. 507-508.
[6] LÓPEZ MARTÍNEZ, Celestino, Desde Jerónimo Hernández hasta Martínez Montañés, Sevilla, 1929, p. 77.
[7] HERNÁNDEZ DÍAZ, José, Imaginería hispalense del Bajo Renacimiento. Sevilla, 1951, p. 65.
[8] LÓPEZ MARTÍNEZ, Celestino, o.c., p. 17.

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