El ya tradicional «Gran Mercadillo Misionero» de Lebrija, que cada año organiza la comunidad de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, quienes regentan el Asilo de San Andrés, se ha celebrado el pasado fin de semana, 29 y 30 de agosto con gran afluencia de público.
Esta ha sido la XV edición, pues fue durante el verano del año 2000 cuando jóvenes y hermanas decidieron montar un mercadillo en la plaza Manuela Murube, donde está situado el Asilo San Andrés, institución que el año pasado cumplió su primer centenario y cuyo presidente es el arzobispo de Sevilla.
Este año la recaudación ha ascendido a 6.000€, que se destinará, como cada año, a las misiones de los Padres Paúles en Madagascar y a la misión que tienen las Hijas de la Caridad en Marruecos. Además, desde hace cuatro años también se entrega parte de lo recaudado a Cáritas Interparroquial de Lebrija, para contribuir a paliar los efectos de la crisis en el pueblo.
Al mercadillo se han acercado cientos de lebrijanos que pudieron comprar a precios muy económicos libros, juguetes, objetos de decoración, ropa, etc. Todo ello artículos donados por numerosas entidades de toda España y, especialmente, por los comerciantes del pueblo de Lebrija, quienes cada año se vuelcan con esta causa misionera.
Además, un año más quienes se acercaban al mercadillo pudieron tapear en el ambigú que se monta en la plaza y disfrutar de la música en directo, pues diferentes grupos musicales lebrijanos amenizaron la jornada.
Origen del Mercadillo
Los orígenes del «Gran Mercadillo Misionero» se remontan a los años 60 cuando se comenzó con una tómbola misionera que se montaba en la antigua huerta del Asilo de San Andrés y de la que se encargaba la hermana Sor María Rodríguez.
Esta tómbola se mantuvo a lo largo de los años hasta el 2000, cuando pasó a ser el mercadillo que es hoy, y fue entonces cuando se sacó a la calle.
Testimonio de un lebrijano
«Hay algo más importante que la recaudación alcanzada, y es el testimonio público de compromiso con las misiones y con los más necesitados de nuestro pueblo, que durante dos días han dado jóvenes y voluntarios del pueblo de Lebrija, que también han querido colaborar con esta causa.
Este testimonio de amor a las misiones es sin duda un gran ejemplo para los más jóvenes que cada año también participan en este mercadillo y entre los cuales ya ha surgido alguna vocación misionera seglar, que próximamente partirá a Bolivia para unirse a la comunidad permanente de JMV que allí se encuentra».
Manolo Granados