Con esta carta dominical os comunico una noticia que nos produce gran alegría y esperanza: el sábado 22, Dios mediante, tendrá lugar la ordenación de once nuevos diáconos al servicio de nuestra Archidiócesis en la Catedral de Santa María de la Sede y de la Asunción de Sevilla, la Magna Hispalense. Ellos son Manuel Camacho Quijano, Alberto Jesús Campos Torres, Manuel Carrasco García-Moreno, Pedro Duo Lu Li, Javier Llorente Gutiérrez, Ángel López Olivero, Teodomiro Ortega Fernández, Lukas Pysz, Cristian Omar Robles, Andrés Urtasun Biurrun y Sujith Vidhyadharan Pillai Sujatha. Demos gracias a Dios.
Nuestra vieja Europa lleva años padeciendo una progresiva disminución de las vocaciones sacerdotales, aunque hay otros continentes en los que se registra un crecimiento: en particular en África, Asia y algunas regiones de América Latina, especialmente Brasil. Vivimos en un mundo de contrastes. Hace unos años me llamó la atención el análisis que Alvin Toffler, sociólogo estadounidense, hacía en su libro La tercera ola. Según él, la primera ola configura el mundo con la revolución agrícola, con la que se supera la etapa de la caza y la pesca, y nace la agricultura. La segunda ola surge durante el siglo XIX, con la revolución industrial. Ahora nos hallamos en la tercera ola, la de la revolución tecnológica.
Esta nueva revolución trae consigo nuevos estilos de vida, nuevas formas de trabajar y de relacionarse, nuevos modos en la economía y la política, y, en definitiva, una nueva forma de pensar y de vivir. Toffler considera que esta revolución tecnológica es la más profunda estructuración creativa de todos los tiempos. Su desarrollo tiene relación directa con el ser humano y su modo de vida. Las principales investigaciones que se realizan actualmente buscan como objetivo lograr resolver las grandes incertidumbres y limitaciones del ser humano, y también lograr un desarrollo sostenible a lo largo del tiempo que respete al medio ambiente, y conseguir una mayor optimización de los recursos y los modos de producción.
Junto a estos avances podemos recordar algunos contrastes terribles de nuestro tiempo. ¡Cuántas heridas en nuestro mundo, cuánto dolor! La herida de las guerras, el terrorismo, los bombardeos, atentados, tiroteos masivos; y también la violencia en los matrimonios y en las familias, en las relaciones, el maltrato infantil, el acoso escolar, el abuso de poder, todo tipo de violencia. Las exclusiones, la intolerancia y la discriminación por motivos de raza, sexo, idioma o religión. Las situaciones inhumanas de las que muchas personas tratan desesperadamente de huir: guerra, pobreza, hambre, falta de agua, persecución política. La pobreza y el hambre, al que deben enfrentarse cada día tantos millones de personas. No es una fatalidad a la que una parte de la humanidad esté predestinada, sino el resultado de la injusticia.
En este contexto hemos de seguir elevando la mirada hacia lo alto, reafirmarnos en que el ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios y llamado a desarrollar todas las capacidades y potencialidades que ha recibido. El problema se presenta cuando los avances técnicos nos llevan al olvido de Dios y a la despreocupación por las cuestiones fundamentales sobre el origen y destino trascendente del ser humano. El problema consiste en sustituir a Dios por la riqueza, el confort, el progreso, la tecnología, con la consiguiente pérdida de sentido y el vacío existencial.
La contemplación de Cristo Resucitado, que camina junto a nosotros, nos ayuda a reavivar la confianza; también nos conforta la parábola de la semilla que crece silenciosamente gracias a la obra incesante de Dios, que hace germinar la semilla del Reino que, aunque pequeña y aparentemente insignificante, sigue creciendo sin que el sembrador sepa cómo (cf. Mc 4,26-27). Por eso seguimos trabajando en la Pastoral Vocacional con esperanza y rogar al Señor nuevas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Llenos de alegría damos gracias a Dios porque el sábado 22 ordenaré once nuevos diáconos al servicio de nuestra Archidiócesis.
+ José Ángel Saiz Meneses
Arzobispo de Sevilla